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Acabada la catastrófica batalla de Peñarroya, la última y menos conocida de la guerra civil española, dos soldados, uno de cada bando, se quedan solos y mientras cruzan la retaguardia republicana, camino de Madrid, acaban confraternizando y enfrentándose a monstruos y pesadillas que únicamente el clima de la guerra podía generar.
De forma original y con el cuidado formal y estilístico habitual en su autor, la novela plantea numerosos homenajes, e incluso parodias, del género bélico y, especialmente, del terrorífico, del que se nos presenta un catálogo de motivos casi completo: vampiros, licántropos, zombis, brujas, fantasmas, momias, demonios y un macabro minué final que combina los elementos del aquelarre con los de la danza de la muerte. Su estructura, que parece entroncar con las novelas de aventuras itinerantes, se desarrolla en escenas que evocan por igual pasajes de Potocki, Nodier, Hoffmann y H.P. Lovecraft que cuadros de Friedrich, Fuseli, Böcklin y El Bosco.
Moya, con una mirada original y siempre controvertida, destripa literalmente los fantasmas de la guerra civil española, presentes y latentes, y mediante un final parabólico, nos propone el mecanismo del terror, no como género o entretenimiento sensacionalista, sino como experiencia alegórica que nos ayuda a descifrar lo peor del mundo.
Antonio-Prometeo Moya nació en Montiel (Ciudad Real) a fines de 1949. Unos meses después sus padres se instalaron en Valencia. En 1964 interrumpió provisionalmente los estudios secundarios y desempeñó diversos oficios. En 1976 se trasladó a Barcelona, a raíz de la publicación de su primer libro, Retrato del fascista adolescente, conjunto de prosas que supuso una revelación en el panorama literario posfranquista. Con sus primeras novelas se consolida como uno de los mejores y más audaces escritores de su generación: De la divina proporción (1981), Ópera Ibérica (1983), La loba (1985), Asesinos en la ciudad ideal (1986). La muerte de sus padres y, sobre todo la de su madre, le provoca una crisis personal por la que deja de publicar, aunque no de escribir, y desaparece de la escena literaria. Veinte años después, en 2006, reaparece poderosamente en el panorama editorial español con dos novelas, Últimas conversaciones con Pilar Primo, considerada entre las mejores de ese año, y la desconcertante Misterios de Barcelona, parodia de los folletines al estilo de Wilkie Collins. Algunos estudiosos lo han considerado uno de los autores más audaces y renovadores de la primera generación de escritores posfranquistas.
Antonio-Prometeo Moya es licenciado en Geografía e Historia (especialidad Historia del Arte) por la Universidad de Barcelona, es traductor independiente (del inglés, francés e italiano), ha trabajado en varias editoriales de Barcelona y desde hace más de treinta años colabora ocasionalmente en periódicos y revistas.