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Edición de Garrido Giménez, M.
Los diálogos El banquete y Fedro fueron escritos por Platón en su época de máximo esplendor filosófico y literario. En ambos medita su autor sobre lo que los griegos llamaban eros y nosotros amor, entendido como deseo radicalmente sexual que aspira a la posesión permanente de la belleza y él bien. En eso coincide Platón con poetas y místicos de todos los tiempos y con hombres de ciencia tan eminentes como Darwin y Freud. En El banquete los comensales de una velada, y en Fedro Sócrates y un efebo mientras descansan en las afueras de Atenas, discuten sobre el eros. La trama del primer diálogo culmina cuando Sócrates revela lo que sobre este asunto le enseñó una experta mujer, la sacerdotisa Diotima; y la del segundo, con el “mito del auriga”, que simboliza al alma humana como un carruaje alado que surca el cielo arrastrado por dos corceles, uno de ellos de mala condición, que obstaculiza el viaje.
Son muchos los que opinan que Aristóteles, Kant y Hegel superaron con su lógica y sus tratados la filosofía de Platón. También hay quienes piensan que la dialéctica y los diálogos platónicos están hoy más vivos que esos tratados.
• Platón (Atenas, 427 a.C. -Atenas, 347 a.C.) Filósofo griego. Apodado Platón ("el de las anchas espaldas") por su prestancia física, perteneció a una rica familia aristocrática. La doctrina de Platón está recogida en su práctica totalidad en forma de diálogos, protagonizados en su mayoría por Sócrates, aunque la doctrina expuesta en ellos se aleja progresivamente de las ideas del maestro, hasta los diálogos de madurez, en que Sócrates se convierte en el portavoz de las teorías de Platón. Obras de Platón: Diálogos de juventud, o "socráticos", e intermedios: Hipias Mayor; Ion; Hipias Menor; Apología de Sócrates; Critón o del deber; Gorgias o de la retórica; Menón o de la virtud; Cratilo o de la exactitud de las palabras. Diálogos de madurez: Fedón o del alma; Protágoras o los sofistas; El banquete o del amor; La República o de la justicia; Fedro o de la belleza. Diálogos de vejez o "dialécticos": Parménides o de las ideas; Teeteto o de la ciencia; El sofista o del ser; El político o de la realeza; Filebo o del placer; Timeo o de la naturaleza; Las leyes
[Traducción: Manuel Sacristán y David Garcia Bacca].
«El Parménides no es sólo el diálogo más enigmático y misterioso de Platón y el texto filosófico más complejo e indescifrable del pensamiento antiguo; él representa quizá la obra más controvertida de toda la tradición occidental. Acercarse al Parménides es como entrar en un campo de batalla en el que se han alineado y encontrado opciones exegéticas opuestas e irreductibles» (Franco Ferrari)
Este libro ofrece la novedad de reunir en un solo volumen el texto griego y una nueva traducción de los discursos laudatorios que han llegado a nosotros, compuestos en honor de los ciudadanos atenienses muertos por la patria en el periodo de la democracia ateniense clásica.
El Menéxeno de Platón consiste en su mayor parte en el discurso que supuestamente Aspasia compuso en honor de los caídos por Atentas y que Sócrates repite a su interlocutor, el joven Menéxeno. Esta joya del diálogo platónico persigue, sin duda, otros fines aparte de los puramente literarios, pero su interpretación cabal desafía los esfuerzos de historiadores y filosóficos hasta hoy.
«Cuando leí por primera vez “La República”, en mi adolescencia, me desilusionó… yo esperaba encontrarme con un texto árido, declamatorio, contundente. Resultó ser todo lo contrario: un libro ameno, apasionado, hecho de un vaivén de observaciones, ideas a medio acabar, juegos verbales menos dignos de la oratoria que de la charla entre amigos. En realidad, a eso se parecía “La República”: a una de esas interminables veladas en las que mis amigos y yo discutíamos acerca del significado del mundo, confesábamos nuestros temores y esperanzas, y tratábamos de resolver los grandes problemas políticos y metafísicos del universo hasta que el sueño nos vencía…» (de la Presentación de Alberto Manguel).
Los amigos, en una sobremesa prolongada, hablan de forma abierta, sumergidos en el vino y la intimidad. Es una reunión sólo de hombres, costumbre institucionalizada en la Grecia clásica, si bien conviene notar cómo en un momento de la conversación es una mujer, Diotima, quien aquilata por boca de Sócrates la discusión entablada entre ellos. Su aparición es breve pero se trata de un personaje fascinante: «¿Amor es amor de algo o de nada?», dice, abriendo el que va a ser el debate esencial de la tertulia.