Crimen sin castigo es un libro de cuentos plagado de niños víctimas, de parejas separadas por el tedio y el engaño y de extrañas historias en las que la sangre siempre paga; en que lo placentero será sólo imaginación y el crimen será tan limpio como un suicidio con el que, como constata la autora, pactaremos la mentira, al final, una verdad a medias.
A su manera, son crímenes sin reprimendas, infantiles, inexplicables, de delincuentes que ya no se defienden al escuchar el ruido de las esposas. Crímenes de niños que buscan con insistencia el espacio ideal para estar solos cuando sólo les queda emprender el camino al cielo porque el mundo se les ha quedado demasiado grande. Crímenes de mujeres marcadas por descuido de los hombres portando sus bidones de gasolina en ristre y en cuyos ojos sólo se vislumbra una pequeña luz de fuegos artificiales acompañada de un fuerte olor a cuerpo quemado. Crímenes cuyas lacras delictivas se justifican gracias a una generación disfuncional víctima de un derrumbe anunciado. Rebeca Murga nos sorprende una vez más al tomar la pluma y comenzar a escribir sus cuentos mientras desliza la mirada por la muñeca izquierda en busca de un hermoso corte fatal.

Han pasado veinte años y se nota el estancamiento del desarrollo en Ríos de Primavera. Los personajes de antaño (La tierra del cebú -
Atmósfera Literaria 2012) serán testigos de nuevos acontecimientos ante la aparición de un cadáver encontrado en el maletero de un TUR. Fernando Linares Peñate alias Felipe y Sixto Rabelo Menéndez deciden establecer un grupo disidente con el fin de financiarse con el dinero que aportan las asociaciones contrarrevolucionarias del exterior. Para ello, Felipe está dispuesto a realizar un acto de sabotaje en Ríos de Primavera encaminado a divulgar la actividad del grupo del nuevo grupo opositor
A su vez, le pide a su amigo Sixto Rabelo, maestro que había decidido crear un ingenuo círculo de interés de Educación Sexual con el que había obtenido reconocimientos en todos los eventos de su municipio y que pretende ser escritor, que redacte una serie de documentos que justifiquen sus actividades opositoras.
Sin embargo, los apuntes de Sixto para su obra, que ha tomado de la vida misma lo delatan, al caer accidentalmente en manos de su herida esposa, la cual se encarga de divulgarlos a personas afectadas por sus sucios manejos, incluyendo la comunicación a miembros de la Seguridad del Estado, quienes se habían entrevistado con él veinticuatro horas antes.

Nuestros años felices es una narración vívida, salpicada de humor y dramatismo, sobre aquellos años ?70 entre los becados en Cuba, colocados en su adolescencia entre la espada y la pared de las exigencias ideológicas y las inquietudes más íntimas.
Cuatro compañeros de recién estrenada amistad nos desgranan sus diversas experiencias en la beca de Tope de Collantes; unas experiencias entre lo infantil y lo maduro que ponen de manifiesto la imperiosa e innecesaria animosidad de crear un Hombre Nuevo. El Barberito, un sagüero que se proclamó jefe; Patecabra, un mulato del reparto América Latina, dueño de una portentosa tercera extremidad; por el Bola, de frente pecosa y redonda; y, el cuarto vértice, Silbato; hilo conductor de la historia.
Entre todos conforman una visión de lo que fueron aquellos años, sus ocurrencias y sus temores para terminar preguntándose y preguntándonos si todo aquello mereció la pena. Sin embargo, todo es puro en las mentes adolescentes. Con el tiempo, llegaron las canas, los abdómenes con demasiada grasa, las piernas canilludas, los títulos colgados en las paredes, las responsabilidades, los hijos; y con ellos, las alegrías y los sinsabores pero, lo que ninguno de ellos olvida es que, cada vez que miran para el sur donde un manchón verde oscuro se divisa a lo lejos, les parece verse desandando aquellos picachos en busca de sus años felices.
Quienes vivieron experiencias similares hallarán en este libro una voz que habla por ellos y los demás lectores se adentrarán en escenas de lo cotidiano que, aun sin un fusil al hombro, son también Historia.