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El ejemplo y patronazgo de Isabel la Católica conmovió el mundo, no sólo el masculino sino –y más aún– el femenino. Liberadas del peso de tener que ser ignorantes para ser virtuosas, ellas se lanzaron con entusiasmo a bucear en el conocimiento. Catedráticas, pensadoras, poetisas, místicas, no hay campo vedado, ni edad demasiado tardía para iniciarse en el conocimiento...Pero uno de los fenómenos más curiosos de este renacer del espíritu entre las mujeres fue la brevedad de su existencia: no duró siquiera un siglo. Con la muerte de la Reina Católica, el espíritu que sustentaba esta fuerza que parecía imparable, dada su brillantez, decayó. Sin apoyos, teniendo en contra la actitud general de los varones, que veían escaparse del hogar y de las tareas femeniles a hijas y esposas, y con las guerras de religión, se volvió a lo conocido y lo tradicional, dejando de lado toda especulación, inclusive entre los hombres –cualquier veleidad era mirada con suspicacia por la Santa Inquisición. Suavemente, sin hacerse notar, la mujer resbaló de nuevo dentro del hogar, al silencio de la intimidad. Las posiciones antifeministas antes esgrimidas por Antón de Montoro, Hernán Mexía, Torres Naharro y otros, ganaron el espacio dejado por la ausencia de la Reina. Fray Luis de León manifiesta que la mujer ha de quedarse en casa y, sobre todo, callar, ya que Dios no le ha dado sabiduría; inclusive Santa Teresa de Ávila preferirá que la mujer no sea educada sino dedicada a Dios en la intimidad de la casa o el convento. Los jesuitas terminaron por rematar el asunto predicando en el púlpito los males de las mujeres viragos.
La Sevilla del Cardenal Segura es la crónica de las crispadas relaciones mantenidas por el irreductible Arzobispo y el General Franco, pero también es el retablo de una época y de una ciudad colmada de personajes singulares: Queipo de Llano, La Perona, Pelusitas, Antoñito Procesiones, Fernando el del Museo, el Cura de Santa Ana, Pepe Marchena, Juan Belmonte..., testigos de aquella Sevilla marcada por los bailes prohibidos, el Mago Tranlarán, el Tranvía de las Herramientas, las profecías de la Madre Rafols, la presencia fantasmal de La Viuda, los prodigios del Aceite Inglés, el anatema contra las alegres chicas de Colsada... Manuel Barrios ?aunque sea difícil creérselo? cuenta en su haber 68 libros publicados, seis comedias estrenadas, unos 57.000 artículos, alrededor de 70.000 programas radiofónicos y44 premios literarios. El eminente filólogo don Manuel Alvar ha dicho de la prosa de Barrios que «parece inspirada en los cantes de su tierra». En este caso, unos cantes entre dramáticos y festeros.
1ª edición.
En el libro se analizan, por una parte, los problemas metodológicos que la lectura del mito griego plantea: mito y polis, antropología y mitología, mito y método histórico, etc. En segundo lugar, se pasa a presentar una serie de mitos griegos de época arcaica, centrándose en la Teogonía de Hesíodo y en el estudio de las ninfas y heroínas en la literatura arcaica.