Obsérvese que Arreola, como Kafka, ha eludido toda forma de poder. Ese es parte de su secreto: convencer, persuadir. Sí, Arreola es ante todo elocuencia, elocuencia desenfrenada: la crecida, el diluvio de la elocuencia. Pero mandar y ser obedecido, eso no. La elocuencia de Arreola termina donde comienza el espantoso ejercicio de mandar.
Libre de la compulsión de escalar posiciones, Arreola no vaciló en hacerse extravagante. No había para él restricciones. Si algo llamaba la atención de Arreola era la extrema diversidad de sus intereses, la variedad enorme de su experiencia y de su siempre rara e impredecible erudición.
Paladear palabras: Arreola era un catador de voces. Él nos enseñó a discriminar textos paladeando palabras. De ahí el amor a Schwob, que él popularizó en México, o a Papini, que ni Borges ni Arreola juntos lograron popularizar. Parecía que al leer se sentaba en la mesa- gourmet erudito y conocedor, gastrónomo verbal- a saborear.

El pintor James McNeill Whistler demandó al crítico John Ruskin por haber descrito un cuadro suyo como un cubo de pintura arrojado al público, y el desarrollo del juicio fue insólito. Oscar Wilde fue demandado por el marqués de Queensberry con resultados más trágicos. Y el poeta Swinburne, un hombrecillo pelirrojo y nervioso, alcanzaba tales niveles de paroxismo cuando leía su propia novela que terminaba inconsciente. Estos tres personajes, victorianos muy poco eminentes, son los protagonistas de La aventura estética, uno de los más curiosos y humorísticos retratos de una época jmás escritos.

William Gaunt recrea con su ingeniosísima pluma el final del siglo XIX y la rebelión artística que abrió camino al advenimiento de una nueva moral llamada decadente, pero de hecho bastante menos hipócrita que la victoriana. ¡Dios salve al arte!

Frente a la tendencia generalizada de interpretar el período del Tercer Reich como una excepcionalidad histórica, como un tumor crecido en el corazón de la civilizada sociedad occidental, este ensayo rastrea los fundamentos "científicos" y "filosóficos" así como el ambiente social en los que se cimentó el engrudo teórico del nazismo y avisa de su pervivencia en el seno de la sociedad contemporánea. La tentación de un nuevo "planet manager" sigue vigente en un mundo en que la injusticia, las migraciones y la devastación ecológica parecen problemas inabordables desde las sociedades democráticas.
Como respuesta a esta barbarie, Carl Amery propone el desarrollo de una nueva solidaridad con la biosfera, el sustrato de la vida, que se apoye en el conocimiento y en la humildad.

"La fuerza de este libro reside en su impecable narrativa, en la originalidad de sus planteamientos sobre Hitler y en el diálogo que entabla con la gente de la calle." DIE GAZETTE

El paso del tiempo no ha hecho más que robustecer las leyendas que corren alrededor de la vida de Isaac Albéniz, uno de los compositores españoles más brillantes del siglo pasado, autor de la zarzuela Pepita Jiménez y de Iberia, su obra cumbre. Su precoz genialidad- a los cuatro años tocaba el piano con maestría- y el desinterés público por corroborar las historias fantásticas que se le atribuían hicieron de Albeniz una figura enigmática, muchas veces vista como ajena a la escena musical española.
En Isaac Albéniz, retrato de un romántico, Clark echa por tierra muchos mitos del artista catalán y ofrece una imagen clara y robusta de Albéniz, cuya genialidad no ha sido reconocida lo suficiente y cuya obra reclama nuevos ángulos de observación.
Un lúcido e intenso acercamiento al compositor que influyó en Debussy y Falla, indispensable para entender el devenir musical de la España actual.

Edith Hamilton fue una de la mujeres más avanzadas de su tiempo y una de las primeras en ingresar en las prestigiosas universidades de Munich y Leipzig. Conocedora del griego y del latín desde muy pequeña, dedicó buena parte de su vida a la enseñanza.
Tras su retiro de la docencia, en 1930, publicó El camino de los griegos, cuyo éxito de crítica fue unánime.
En este ensayo, Hamilton traza con lucidez y profundidad los paralelismos y diferencias existentes entre el mundo moderno y la antigua Grecia, la percepción del mundo que tenían los clásicos, en especial su enorme capacidad para crear una idea del mundo que dió origen a la civilización, y sus destellos en los debates más candentes de nuestro tiempo.
El camino de los griegos es un libro que ha cautivado a generaciones enteras de lectores. Su estilo y vigencia lo han convertido en un clásico.

Oficio, investigación, un gran tema y una excelente prosa caracterizan esta magnífica recreación, entre histórica y literaria, de lo ocurrido durante los cinco días de 1940 en los que el Reino Unido, tuvo que decidir qué política llevar a cabo ante la Alemania nazi tras el fracaso de las estrategias de pacificacón ensayadas por Neville Chamberlain. Un tema shakespereano como pocos en resultan "vencedores" políticos tradicionales como el retórico, extrafalario, bebedor e irregular Churchill (igual que De Gaulle en Francia) que entendieron dos cosas, frente a corrientes más dialogantes del espectro político del momento: que con Hitler no se podía negociar, y que el nazismo era una amenaza mayor que el comunismo.

Un análisis ambicioso y original de la reconocida crítica Dore Ahton. Todo gira alrededor de La obra maestra desconocida de Balzac y del impacto de su protagonista, el pintor Frenhofer, en artistas como Cézanne, Picasso, Schoenberg y Rilke.

Ashton revisa mediante múltiples referencias los vínculos secretos y manifiestos entre la pintura, la música, la poesía y el pensamiento recientes en un recorrido irresistible a lo largo de la historia del arte del siglo XX.