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Buscas, bien lo sé,
un paisaje perfecto de armonía
para plantar una pirámide
de tirante geometría
en una ciudad que ya no es.
Buscas y quieres, bien lo sé,
hacerme donación de tal prodigio
y no ves,
que no ves
que ya no ves
Segundo volumen de la antología de Silvio Rodríguez.
Antología es una obra dividida en cuatro volúmenes que recoge una selección de 143 canciones –letras y partituras– compuestas por el cantautor cubano a lo largo de su trayectoria.
Esta obra, en sus cuatro volúmenes, recoge también algunas fotografías del artista, inéditas hasta ahora.
En el segundo volumen aparecen las siguientes canciones:
"El extraño caso de las damas de África", "El güije", "El Mayor", "El necio", "El papalote", "El pintor de las mujeres soles", "El problema", "El reparador de sueños", "El rey de las flores", "El sol no da de beber", "El tiempo está a favor de los pequeños", "El trovador del barro negro", "El viento eres tú", "El vigía", "En busca de un sueño", "En el claro de la Luna", "En el jardín de la noche", "En estos días", "En mi calle", "Escaramujo", "Esta canción", "Esta es la vida", "Esta primavera", "Esto no es una elegía", "Eva", "Expedición", "Fábula de los tres hermanos", "Flores nocturnas", "Fusil contra Fusil", "Girón preludio", "Hallazgo de las piedras", "Hay quien precisa", "Historia de las sillas", "Hoy mi deber", "Jerusalén, año cero", y "La canción de la trova."
Enrique Sierra y Pilar Román, de la mano de las ilustraciones de Rut Massó, nos ofrecen esta recopilación de canciones infantiles del cancionero popular español: La chata merengüela, El barquito chiquitito, y muchas otras.
Colúmpiate refleja los ritmos, los sonidos, las melodías y las estructuras de la vanguardia musical más actual, con la intención de ofrecer al niño un producto de calidad y acorde con la música de hoy en día.
Con este primer volumen, de un total de cuatro, iniciamos una antología de las canciones compuestas por Silvio Rodríguez desde sus inicios hasta el día de hoy. Según sus propias palabras, ha sido una difícil selección, ya que su ingente obra musical y la calidad de sus composiciones hacían difícil descartar muchas de ellas.
Antología es una obra dividida en cuatro volúmenes que recoge una selección de 143 canciones –letras y partituras– compuestas por el cantautor cubano a lo largo de su trayectoria.
"A dónde van", "Abracadabra", "Aceitunas", "Al final de este viaje en la vida", "Al final de la segunda luna", "Ala de colibrí", "Ángel para un final", "Aunque no esté de moda", "Boga, boga", "Bolero y habaneras", "Canción de la nueva escuela", "Canción de Navidad", "Canción del elegido", "Canción en harapos", "Canción para mi soldado", "Canción urgente a Nicaragua", "Canto arena", "Casiopea", "Cita con los ángeles", "Compañera", "Con diez años de menos", "Con un poco de amor", "Cuando digo futuro", "Cuando yo era un enano", "De la ausencia de ti, Velia", "Debo", "Debo partirme en dos", "Del sueño a la poesía", "Desnuda y con sombrilla", "Días y flores", "Discurso fúnebre", "Domingo rojo", "El baile", "El barquero", y "El dulce abismo."
La importancia de esta comedia de Bruno, insólita dentro de su producción exclusivamente filosófica, es que encontramos en ella el embrión de lo que, con el pasar de los años, se convertirá en su sistema filosófico.
Toda la producción bruniana se encuentra en germen en esta comedia y, sobre todo, está presente la metodología de Bruno, su modo de trabajar, avanzando y retrocediendo, no desechando nada de lo recibido de la tradición.
Además, aquí se encuentra también presente la estética bruniana, esa estética de lo feo que es lo que le separa del Renacimiento y hace de él un autor manierista.
Es una comedia que, ajustándose al canon de la época, ofrece un estudio sociológico de la sociedad napolitana de su tiempo; este realismo aparece también en otras obras de Bruno, La cena dele Ceneri, por ejemplo, retrata la sociedad universitaria inglesa y los escritos posteriores a su marcha precipitada de Suiza, la estrechez de miras de la religión calvinista.
Desde el punto de vista histórico, Bruno nos ofrece su visión de la Europa que le tocó vivir en la que se refleja también la agitación religiosa en los lugares que se vio obligado a recorrer.
Desde el punto de vista filológico hay que destacar el interés de Bruno por convencer a sus lectores de la necesidad de una lengua nueva que sirva para explicar la nueva filosofía, esa nueva filosofía que era su misión en el mundo; siempre creyó ser un predestinado, un mesías, y así actuó hasta que, convencido de la imposibilidad de salvaguardar el corazón especulativo de su doctrina, se negó a declararse hereje confeso ante el que más adelante sería San Roberto Bellarmino y murió en la hoguera con la lengua trabada para que no pudiese gritar su verdad.
Sí, ya. Es cosa aparte y hasta pronto...
¿no te das cuenta
que no somos los de antes?
Quién pudiera decir que es suyo el tiempo
y detener en nuestra despedida,
a ese duende febril
que genera las ondas con su piedra.