9788498362022
LEALTAD DEL SUEÑO.(VELETA)
ANDRES TRAPIELLO
Editorial: Comares Fecha de publicación: 31/12/2007Formato: Rústica
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Pueden estar tranquilos los lectores de estos libros, y desde luego mucho más aún los que no los han leído nunca, pero gustan hablar de ellos como si lo hubieran hecho: ni acabarán devorando a su autor ni este se ha vuelto loco. A todo lo más que ha llegado él es a lo que el griego llamó, con suma delicadeza, la manía, una forma de “entusiasmo”. Algunas almas caritativas, reclutadas principalmente entre aquellos que no los han leído, le han mostrado alguna vez su sincera preocupación: han temido acaso que, como les ha sucedido tantas veces a otros, sólo viviera en función de su diario, dejando de vivir para escribirlo o viviendo únicamente aquello que pudiera ser escrito. Sosiego, señores consejeros, no hay peligro. Ni esto es un diario ni su autor tan desenvuelto como para pensar que su vida tenga el menor interés para la crónica, sin contar con que la vida se aviene malamente con la literatura, de no ser esta también única, original y renovada a cada instante.
Así viene ocurriendo desde hace quince entregas, casi veinte años y miles de páginas por las que han discurrido centenares de personajes, reales o ?cticios, pero siempre verdaderos. Ellos, entre los que no sabe el propio autor cómo ha caído él, son los encargados de convertir todo esto en algo más que un libro. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, podrían decir, si no fuese porque tarde o temprano todo lo verdadero acaba siendo real. Pese a su escepticismo sobre el género humano y las humanas empresas, parece su autor aceptar con alegría, y desde luego con humor, una brega diaria que raramente puede defraudarle a nadie: cualquiera precisaría, como poco, dos vidas, una para vivir y otra para contarla.
La pretensión de vivir y de contarlo sin desviarse ni de la vida ni de la literatura es una manía, y otra buscar incansablemente la verdad de las cosas, remisa o escondida, en las pobres palabras. Si acaso alguien la encuentra en ellas, es natural que recordando la verdadera vida de donde proceden, “le salgan alas y, así, alado, le entren deseos de alzar el vuelo, y no lográndolo, mire hacia arriba como si fuese un pájaro, olvidado de la de aquí abajo, y dando ocasión a que se le tenga por loco”, de modo que la manía de escribir estos libros no se entiende tampoco sin la manía que algunos tienen de leerlos e incluso de no hacerlo.
En las viejas casas había siempre un Salón Chino, un Salón Pompeyano, un Salón de Baile, otro de Retratos, cada uno empapelado o pintado de un color, con unos muebles apropiados y decoración idónea... En estos palacios españoles, un tanto vetustos y destartalados, había también un salón que llamaban de Pasos Perdidos. La casa que no lo tenía no era una buena casa. Era el salón donde nadie se detenía, pero por donde se pasaba siempre que se quería ir a alguno de los otros. "Do Fuir" es la novena entrega del particular dietario que Andrés Trapiello viene publicando puntulmente cada año con el título general de "Salón de pasos perdidos".
Entrega 14 del particular diario en marcha "Salón de Pasos Perdidos" de Andrés Trapiello.
"Tuvo Enmanuel Kant, no tan escéptico como Berckeley, la delicadeza de expresarlo de este modo: si la realidad existe, únicamente podemos conocerla a través de los sentidos. Y sin embargo, no le bastan al hombre sus sentidos para conocer aquello, que siendo realidad, va más allá de lo visible. Y lo no visible, nos dice el pensador de Königsberg, maestro de nuestro Abel Martín y de su discípulo Juan de Mairena, no podemos conocerlo, pero sí pensarlo. Va incluso Kant un poco más lejos, y nos anima: "atrévete a saber", y a eso, que en cierto modo es lo que importa, lo llama la cosa en sí.
De pequeños gestos, modestas historias, costumbres y creencias tanto como de acontecimientos extraordinarios y descomunales está formada la vida del hombre; todos son fenómenos que modulan nuestro pensar y nuestro sentir y, de una manera fatal, parecen llevarnos de vuelta a lomos de este bucle imposible a lo que jamás llegamos a comprender del todo: los pequeños gestos, las modestas historias, las costumbres, las creencias y los acontecimientos extraordinarios y descomunales que configuran nuestra vida. Unos y otros exceden a menudo nuestra comprensión, pero podemos pensarlos, viviendo lo cotidiano como excepcional y lo excepcional como cotidiano.
Se han escrito estas páginas con la inmediatez de un arrebato sentimental que, por sentimental, no es ni justo ni injusto, ni acertado ni equivocado. Hablan del tiempo. Y al hacerlo se diría que crean otro nuevo, acaso más ordenado y justo, más hermoso y duradero. Así, quizá pueda entenderse: una realidad dentro de la realidad, parte inseparable de ella, como en esa estampa en la que se ve a un avión que, para perplejidad y maravilla del niño, le muestra el mundo como una sucesión de abismos de los que él forma parte. En uno de ellos viene desarrollándose esta novela en marcha, y si aún estamos lejos del conocimiento al que aspiraban los magos de la sabiduría, que pensaron la cosa en sí desde muy firmes y nobles pedestales, podemos intentarlo en este pequeño mundo nuestro que va dando tumbos en el vacío dentro de otro pequeño mundo, que a su vez... nos lleva al infinito, a la infinitud de un paraíso tan inalcanzable como real."
Andrés Trapiello nació en Manzaneda de Torío, León, en 1953. Desde 1975 vive en Madrid.
Es autor de las novelas "La tinta simpática"(1988), "El buque fantasma" (1992), "La malandanza" (1996), "Días y noches" (2000), "Los amigos del crimen perfecto" (2003) y "Al morir don Quijote" (2004); de un libro sobre el maquis en Madrid, "La noche de los Cuatro Caminos" (2001), y de un diario titulado "Salón de pasos perdidos", del que lleva publicadas, con ésta, catorce entregas, aparecidas todas ellas en la editorial Pre-Textos. Como ensayista ha publicado, entre otros, "Las vidas de Miguel de Cervantes" (1993), "Las armas y las letras. Literatura y guerra civil" (1936-1939) (1994), "Los nietos del Cid. La nueva edad de oro" (1898-1914) (1997), "El arca de las palabras" (2006) e "Imprenta moderna. Tipografía y literatura" (1874-2005) (2006).
Sus primeros cuatro libros de poemas se han reunido en "Las tradiciones" (1991), volumen al que siguieron "Acaso una verdad" ( 1993), "Rama desnuda" (2001) y "Un sueño en otro" (2004).
«¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos?» Esta frase de Santa Teresa de Jesús, recogida en la exhortación "Vita consecrata", es todo un reto, porque la aportación insustituible de la vida consagrada a la trasformación del mundo pide de ella una permanente fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al propio Instituto y al hombre de hoy. Respondiendo a la necesidad de explicitar mejor su identidad su vocación y su misión específica en la Iglesia "Vita consecrata" ofreció en su día una reflexión teológica sumamente valiosa, y a la vez expresó en voz alta el deseo de que conti-nuara el estudio para profundizar en este don eximio. Siguiendo el texto de esta exhortación y respondiendo a su deseo, el presente libro, escrito desde el interior de la propia vida consagrada, en estilo coloquial y personal brinda una amplia visión de la misma a la luz de la Palabra de Dios y con la ayuda de la sólida enseñanza eclesial y magisterial. Lo aquí meditado y pensado espera que la mejor página por escrito sea, al final, la vida de cada consagrado.
El autor pertenece desde los años setenta a la Orden Dominicana. Sus sucesivos destinos le han permitido trabajar en diversos campos pastorales, desde el académico y parroquial al misionero y juvenil. Su actual cometido, en el área de la espiritualidad, tiene como destinata-rios a laicos, sacerdotes y diversas órdenes y congregaciones religiosas.
En un lugar del remoto sudeste español hubo una ciudad “fina y polvorienta”. La ciudad era un conjunto armonioso de casas y de huertos que hablaban de su pasado morisco. Algo en ella sugería también un vago parentesco japonés. Los huertos fueron desapareciendo poco a poco, uno tras otro, hasta no quedar ninguno, y lo mismo les ocurrió a las casas, torres y palomares. En los huertos se tuteaban las azucenas y las berenjenas, los guisantes dulces y los jazmines, la buganvilla y el nisperero. Conocemos a quienes, supervivientes de aquel último acto, lo recuerdan así, un paraíso amenizado por acequias de agua fresca y clara. La ciudad, a la que se conoció en siglos pasados como “la ciudad de la seda” por su floreciente industria sedera, tuvo también un modesto bocarte donde se molía la pólvora, dependiente del Ejército y defendido por bisoños soldados de reemplazo. Al viejo caserón castrense, formando parte de la propiedad, lo circundaba un espacioso terreno, murado todo él. Un día, después de muchos años, el ingenio cerró y acabó desmantelado, la guarnición fue reexpedida a otro destino y a la población civil se le franqueó el paso a aquel discreto parque hasta entonces vedado. La gente, con la novedad, se acostumbró a ir por allí buscando un poco de sombra en los días calurosos, un poco de recreo coloquiado, tal vez silencio, y lo que siempre se había conocido como “la fábrica de pólvora” pasó a llamarse “el Jardín de la Pólvora”, bosquecillo compuesto en su mayor parte por plátanos centenarios y copiosos. Ese es el nombre que conserva todavía. Vienen en él sugeridas muchas cosas, todas con su misterio. La oscuridad de las rosas y el breve y fulgurante destello de la pólvora, lo que se cultiva y prospera lentamente y lo que puede ser destruido en un momento. Y sin embargo algo natural, muy lógico, percibimos en estas palabras, jardín, seda, pólvora, viéndolas juntas. No sabría explicar el autor de este libro por qué razón pensó, al oír hablar por primera vez de ese Jardín, que toda su novela en marcha se le parecía en mucho: algo que había sido labrado con la tenacidad de un hortelano estaba llamado quizás a desaparecer de repente, dejando tras de sí, quién sabe, un olor a pólvora tan embriagador como para que volvieran a reverdecer sus viejos sueños, sus exaltados sueños infantiles de verbenas, aventuras y gloriosas conquistas.