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Cuando el joven Gandhi viajó a su primer destino en Sudáfrica, donde su lucha por la defensa de los derechos humanos le llevó a desarrollar activamente la resistencia no violenta, con la cual, más tarde, y ante el asombro del mundo, liberaría a la India del yugo del imperio británico, llevaba consigo como libro de cabecera el célebre ensayo de Henry David Thoreau "Sobre el deber de la desobediencia civil". Una obra determinante que también entusiasmó a León Tolstói, quien, hasta su muerte, apoyó y ayudó a moldear esta forma de protesta a su amigo Gandhi, durante las campañas de resistencia sudafricanas. Igualmente, Martin Luther King, Jr. hizo de esta obra de Thoreau la piedra angular del argumentario ético de la resistencia activa no violenta, característica del Movimiento por los Derechos Civiles, lo mismo que, de nuevo en Sudáfrica, aplicó heroicamente Nelson Mandela en la lucha contra el Apartheid.
En un momento convulso como el actual, conviene releer el ensayo de Thoreau, volver al origen de la impecable y cristalina justificación ética de porqué no basta solo con no provocar la injusticia, sino que también, lo que con frecuencia se olvida, hemos de evitar convertirnos en colaboradores necesarios, ni directos ni indirectos, de la misma. Porque de nada sirve oponerse a la injusticia de palabra mientras con nuestras actividades reales, aun indirectas, o bien mediante nuestra inacción, no hacemos sino apoyarla. La desobediencia civil responsable y la resistencia activa no violentas, han mostrado que es posible mover las montañas más altas, y pueden seguir haciéndolo. Esta versión del ensayo es una traducción completamente nueva, en la que se han corregido errores de las ediciones clásicas, bastantes de ellos incluso de interpretación sobre el sentido real del original de Thoreau.
La segunda parte de este libro es un amplio recorrido por la nutrida obra de ese naturalista y pensador adelantado a su tiempo que fue Thoreau, un "herbario" elaborado con la selección de citas destacadas de la mayor parte de sus textos, un canto permanente a la libertad, a la vida sencilla y libre de lujos que no hacen sino impedir la elevación moral de la humanidad, una oda, en fin, a la belleza y grandiosidad de la Naturaleza.
Henry David Thoreau realizó un viaje a Canadá del 25 de septiembre al 2 de octubre de 1850. Su relato sobre este viaje apareció publicado inicialmente por entregas en 1853 en la revista Putnam's Monthly bajo el título Una excursión a Canadá, y en 1866 fue recogido en un libro titulado A Yankee in Canada, with Anti-Slavery and Reform Papers.
“Me temo que no tengo gran cosa que decir sobre Canadá, ya que no he visto mucho; lo que sí conseguí al visitar este país fue coger un resfriado. Salí de Concord, en Massachusetts, el miércoles 25 de septiembre de 1850 por la mañana en dirección a Quebec. El billete de ida y vuelta tenía un precio de siete dólares; la distancia desde Boston era de ochocientos veinte kilómetros; me veía obligado además, a la vuelta, a dejar Montreal en una fecha temprana, el viernes 4 de octubre, o en un período de diez días desde mi salida. No me detendré a relatarle al lector los nombres de mis compañeros de viaje; se decía que había mil quinientos. Yo sólo quería llegar a Canadá y poder dar un buen paseo por allí igual que caminaría una tarde en los bosques de Concord...”.
Traducción: Paloma Rodríguez Esteban.
Este hermoso texto de Thoreau contagia al lector la proximidad y el amor a la naturaleza que impregnan la obra del gran escritor norteamericano.
Publicado por primera vez en 1854, Walden es el diario informal de un hombre que se refugia en la naturaleza y, junto con los Ensayos de Emerson, la obra más significativa del movimiento trascendentalista norteamericano.