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La ingente obra de Plutarco (c. 46- 120 d. C.) se divide en dos grandes grupos: las Vidas paralelas, por un lado, y las Obras morales y de costumbres o Moralia, por otro. A este segundo y heterogéneo grupo pertenecen las Máximas de reyes y generales, aunque este trabajo podría inscribirse mejor dentro del género histórico que ubicarse en el marco de los estudios filosóficos. La obra es una coleción de datos, anécdotas y sentencias recogidos por Plutarco, que este clasifica sistemáticamente bajo el nombre de los personajes que los propiciaron. Todos ellos son famosos monarcas y militares de la Antigüedad, que además aparecen debidamente ordenados según su origen geográfico, abarcando desde persas hasta macedonios, atenienses y espartanos.
[Introducción y traducción de Mercedes López Salvá ].
Plutarco compuso el par Demóstenes-Cicerón en quinto lugar en la serie de las Vidas paralelas. Ya en la Antigüedad se consideraba que con Demóstenes, dirigente político de la Atenas del siglo IV que vive el fin de la independencia de su ciudad, y Cicerón, que en el siglo Ide nuestra era lucha denodadamente por salvar la República frente a los ataques de los que buscaban su poder personal, había llegado la oratoria a su grado más alto de perfección, por lo que era habitual parangonarlos. El autor de las Vidas paralelas, que sigue criterios biográficos propios, trata de la oratoria solamente como un instrumento de la actividad política de los protagonistas, puesto que lo que en verdad le interesa, y lo que persigue en todas las series de sus vidas, es el estudio del carácter con una finalidad ejemplarizadora y moralizante.
Las Vidas de Demetrio y Antonio presentan la azarosa existencia de Demetrio Poliorceta (337 a. C.-283 a. C.), hijo de Antígono el Tuerto, uno de los generales de Alejandro Magno que luchó por la sucesión del gran conquistador, y la de Marco Antonio (83-30 a. C.), triunviro rival de Octavio, el futuro Augusto. Plutarco plasma de forma muy amena sus desmesuradas pasiones, avivadas por amantes y aduladores, sus espectaculares y mal digeridos triunfos seguidos de catastróficas derrotas, hasta llevarnos hacia los patéticos y aleccionadores finales de estos dos singulares antihéroes de las Vidas paralelas. La Vida de Demetrio y la Vida de Antonio ofrecen una singularidad dentro del conjunto de hombres ilustres: se alejan, en cierto modo, del interés pedagógico de Plutarco por recrear vidas edificantes, estimulando los nobles sentimientos innatos del alma humana, y nos ofrece dos ejemplos de lo que se debe evitar.
Gayo Marcio Coriolano y Alcibíades sufrieron un destino similar: ambos se enfrentaron con sus pueblos y fueron juzgados, condenados y obligados a vivir en el exilio; ambos encontraron asilo entre sus enemigos y lucharon contra sus conciudadanos; y ambos murieron en el exilio, víctimas de la envidia o del miedo de los enemigos. Sin embargo, presentan notables diferencias, tanto por su orientación, el uno más político y el otro un soldado, como por su condición, el uno refinado y culto y el otro rudo, sin formación e inflexible; aquél fue ambivalente y polytropos (como el Odiseo de Homero) y éste directo, simple y monolítico; pero los dos responden al concepto platónico-plutarqueo de «grandes naturalezas», capaces de alcanzar los mayores logros, así como de causar los peores males a los suyos. Estos personajes son ejemplo ellos mismos de actitudes tiránicas; aunque también en esto hay una diferencia entre ambos: mientras que los antagonistas individuales de Coriolano pertenecen a la denostada especie del demagogo (con el tirano, otro de los tipos políticos más detestables para Plutarco), representada en los tribunos de la plebe, con Alcibíades se personaliza tanto aquél como éste
Las vidas de Pericles (siglo V a. C.) y Fabio Máximo (siglo III a. C.) se abren para mostrarnos unos
hombres cuya firmeza de carácter dio seguridad, respectivamente, a Roma y Atenas en momentos críticos de su historia.
El primero supo prever con inteligencia el futuro, aunque los dioses no le permitieron desarrollarlo como él quería. Su
astucia política y su capacidad para afrontar situaciones comprometidas (ninguna más ardua que la del enfrentamiento
entre Esparta y Atenas) significaron un hito en la hegemonía ateniense sobre Grecia. El segundo es ejemplo de la
serenidad, seguridad y prudencia que debe mostrar, a juicio del queronense, el buen político en las dificultades de la
patria. Como su pareja griega, siguiendo sus propios criterios frente a la irracionalidad del pueblo y de otros
personajes, emerge con talla de auténtico artífice de la salvación de Roma ante Aníbal. Gracias a Plutarco, Pericles y
Fabio Máximo reviven entre nosotros con vida y alma propias, recreados a partir de grandes obras artísticas, como las
Historias de Heródoto, de Tucídides o de Tito Livio. «En la Vida de Pericles, la enorme capacidad de Plutarco para
extraer de sus fuentes los aspectos pertinentes a la caracterización humana ha dado como resultado uno de los retratos
más importantes de su obra biográfica. En la Vida de Fabio Máximo la originalidad de Plutarco está en la semblanza que
nos ofrece de este aristócrata romano capaz de discernir entre la actitud irrespetuosa de Flaminio y los temores
supersticiosos del pueblo». Aurelio Pérez Jiménez
Foción y Catón el Joven son probablemente los dos protagonistas de las Vidas de Plutarco más admirados por el autor, pues los consideraba un excelente ejemplo de virtud tanto en su vida personal como en la política. Estas dos biografías son la fuente más importante y más completa para el estudio de ambos personajes; además, en el caso de Catón, la de Plutarco es la única biografía conservada. En cuanto a Demóstenes y Cicerón, ya en la Antigüedad se consideraba que con ellos había llegado la oratoria a su grado más alto de perfección, por lo que era habitual parangonarlos. Al autor de las Vidas paralelas, que sigue criterios biográficos propios, lo que le interesa es el estudio del carácter con una finalidad ejemplarizadora y moralizante, y trata de la oratoria sólo como un instrumento de la actividad política de los protagonistas. En Foción y Demóstenes encontramos a dos dirigentes políticos de la Atenas del siglo IV a.C. con diferentes actitudes ante el fin de la independencia de su ciudad, que acaba siendo sometida por el reino de Macedonia. Catón el Joven y Cicerón, en el siglo I antes de nuestra era, luchan denodadamente en el mismo bando en un intento, heroico pero no coronado por el éxito, de salvar la República romana frente a los ataques de los que buscaban su poder personal.
Las Vidas de Demetrio y Antonio presentan la azarosa existencia de Demetrio Poliorceta (337 a.C.-283 a.C.), hijo de Antígono "el Tuerto", uno de los generales de Alejandro Magno que luchó por la sucesión del gran conquistador, y la de Marco Antonio (83-30 a.C.), triunviro rival de Octavio, el futuro Augusto. Plutarco plasma con amenidad sus desmesuradas pasiones, avivadas por amantes y aduladores, sus espectaculares y mal digeridos triunfos seguidos de catastróficas derrotas, hasta llevarnos hacia los patéticos y aleccionadores finales de estos dos singulares antihéroes de las Vidas paralelas. Componen este volumen otras cuatro biografías independientes: la Vida de Arato relata las dificultades de Arato de Sición (271-213 a.C.), como estratego de la Liga Aquea, para mantener la independencia de Grecia frente al enemigo reino macedonio; la Vida de Artajerjes es un interesante cuadro de exotismo decadente e intrigas de harén que enturbian el reinado de Artajerjes II (436-358 a.C.); y, por último, las Vidas de Galba y Otón nos trasladan al año 69 d.C., "el año de los cuatro emperadores", y a la difícil transición tras la muerte del emperador Nerón. Con las Vidas de Dión y Bruto, Plutarco aborda el tema de la tiranía. Insiste en los aspectos que más podrían aproximar las vidas de estos dos tiranicidas (su educación platónica, sobre todo), consciente de que, por el contrario, poco era lo que tenían en común los tiranos derrocados: Dionisio de Siracusa (hijo de Dionisio el Viejo, paradigma de tirano ya desde la antigüedad) y Julio César, cuyo asesinato no perdonó el pueblo de Roma.