El pintor húngaro Victor Vasarely (1906–1997) fue un talento precoz. Su pintura más antigua conservada, un paisaje que realizó a la edad de 12 años, desconcertó por su realismo, un anticipo de las irresistibles ilusiones de profundidad espacial que más tarde definirían su deslumbrante universo.

Inspirado por artistas como Malevich y por la escuela Bauhaus, Vasarely desarrolló su propio lenguaje visual abstracto-geométrico en el que exploró la relación entre la forma y los colores puros. Su experimentación con efectos ópticos durante las décadas de 1940 y 1950 le valió un papel central en la evolución del Op Art. A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta dedicó parte de sus esfuerzos a la “democratización del arte”: dejó de producir costosas obras únicas y optó por grandes tiradas de serigrafías a un precio asequible. El intento de Vasarely de "destruir el mito completamente obsoleto de la obra maestra única e inimitable" fue una gran contribución a la teoría del arte. Para él, no había lugar para la división jerárquica en originales y reproducciones, ni para la distinción entre arte fino y comercial: "No podemos dejar siempre el disfrute del arte a una élite de entendidos", declaró. Esta redefinición de la posición y función del artista en la sociedad marcó un primer paso crucial en el movimiento del Pop Art.

Las deslumbrantes pinturas de audaces colores de Vasarely pueden reconocerse al instante. Hoy día siguen siendo obras absolutamente modernas y relevantes. En esta rigurosa introducción, exploramos la naturaleza de un artista que se adelantó a su tiempo. Con reproducciones de gran calidad y textos esclarecedores que celebran al padre del movimiento Op Art, desde sus primeras e hipnóticas ilusiones ópticas hasta sus obras características que recuerdan los tableros de ajedrez.

Con su Pittura Metafisica, el pintor italiano nacido en Grecia Giorgio de Chirico (1888-1978) ejerció una notable influencia en la vanguardia europea de entreguerras, y fue aclamado por artistas de la talla de Pablo Picasso y Paul Éluard.

La Pittura Metafisica del artista situaba figuras con aspecto de maniquíes o estatuas en espacios con perspectiva de punto único, como plazas de una ciudad, soportales que van disminuyendo de tamaño, paredes lejanas o interiores claustrofóbicos. Las perspectivas angulosas, las sombras impresionantes, los planos geométricos y los vacíos en el espacio conformaban composiciones dramáticas en las que se escondía una sensación de ansiedad y soledad. Las pinturas buscaban inquietar, que el observador se replanteara la realidad y buscara bajo las apariencias recuerdos esquivos y percepciones inesperadas. Mientras que los surrealistas afines a Breton recurrían a las teorías del inconsciente de Freud, De Chirico se sentía fascinado por Nietzsche.

Esta rigurosa introducción al artista explora las inquietantes sombras y siniestros rincones de la Pittura Metafisica del pintor así como su posterior progresión a un estilo más clásico, un cambio muy criticado por los surrealistas que tanto admiraron sus primeras obras.

Con su Pittura Metafisica, el pintor italiano nacido en Grecia Giorgio de Chirico (1888-1978) ejerció una notable influencia en la vanguardia europea de entreguerras, y fue aclamado por artistas de la talla de Pablo Picasso y Paul Éluard.

La Pittura Metafisica del artista situaba figuras con aspecto de maniquíes o estatuas en espacios con perspectiva de punto único, como plazas de una ciudad, soportales que van disminuyendo de tamaño, paredes lejanas o interiores claustrofóbicos. Las perspectivas angulosas, las sombras impresionantes, los planos geométricos y los vacíos en el espacio conformaban composiciones dramáticas en las que se escondía una sensación de ansiedad y soledad. Las pinturas buscaban inquietar, que el observador se replanteara la realidad y buscara bajo las apariencias recuerdos esquivos y percepciones inesperadas. Mientras que los surrealistas afines a Breton recurrían a las teorías del inconsciente de Freud, De Chirico se sentía fascinado por Nietzsche.

Esta rigurosa introducción al artista explora las inquietantes sombras y siniestros rincones de la Pittura Metafisica del pintor así como su posterior progresión a un estilo más clásico, un cambio muy criticado por los surrealistas que tanto admiraron sus primeras obras.

Con su Pittura Metafisica, el pintor italiano nacido en Grecia Giorgio de Chirico (1888-1978) ejerció una notable influencia en la vanguardia europea de entreguerras, y fue aclamado por artistas de la talla de Pablo Picasso y Paul Éluard.

La Pittura Metafisica del artista situaba figuras con aspecto de maniquíes o estatuas en espacios con perspectiva de punto único, como plazas de una ciudad, soportales que van disminuyendo de tamaño, paredes lejanas o interiores claustrofóbicos. Las perspectivas angulosas, las sombras impresionantes, los planos geométricos y los vacíos en el espacio conformaban composiciones dramáticas en las que se escondía una sensación de ansiedad y soledad. Las pinturas buscaban inquietar, que el observador se replanteara la realidad y buscara bajo las apariencias recuerdos esquivos y percepciones inesperadas. Mientras que los surrealistas afines a Breton recurrían a las teorías del inconsciente de Freud, De Chirico se sentía fascinado por Nietzsche.

Esta rigurosa introducción al artista explora las inquietantes sombras y siniestros rincones de la Pittura Metafisica del pintor así como su posterior progresión a un estilo más clásico, un cambio muy criticado por los surrealistas que tanto admiraron sus primeras obras.