www.paquebote.com > Enzo Bianchi
La lectura de los cantos del Siervo nos permite meditar en profundidad sobre la vida de Jesús, hasta el punto de que resulta posible recorrer a través de ellos la narración evangélica en su conjunto. Lo que el profeta escribió a mediados del siglo VI a.C. se realizó plenamente en la existencia de Jesucristo, Mesías crucificado, «vencedor porque fue víctima». Es muy probable que Jesús entendiera su vocación más profunda a la luz de estos cantos, asumiéndolos como profecía de su vida, hasta interpretar por medio de ellos su propio fin. Y también las primeras comunidades cristianas descubrieron en los cantos del Siervo del Señor la clave para comprender la existencia de Jesús, y para superar el escándalo de su pasión y muerte en cruz.
El Señor habla a nuestro corazón. Es él el que busca, llama, interroga al hombre, pidiéndole simplemente que le escuche y le acoja. La oración es nuestra respuesta a Dios y, por consiguiente, al amor.
El hombre es un ser tentado; para humanizarse, debe renunciar a los sueños y a las ilusiones de omnipotencia, debe aprender el arte de la resistencia en el espacio de la libertad y, por consiguiente, ser consciente de la prueba como experiencia esencial a su libertad: ¡sin tentación no hay libertad!
Una oración sencilla y, sin embargo riquísima que contiene las cosas esenciales que debemos pedir cuando oremos y que no tiene nada de inútil o superfluo. Es el padrenuestro, que, desde los tiempos de Jesús hasta nuestros días, todos los cristianos repiten en todo el mundo en su propia lengua.