978-84-7800-353-2
Aunque cueste la noche. XVI premio Reina Sofía
Blanca Varela
Editorial: Universidad de Salamanca Fecha de publicación: 24/10/2007 Páginas: 392Formato: Rústica, 21 x 13 cm.
1ª edición.
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1ª edición.
Incluye 1 CD
Blanca Varela (Lima, 1926-2009) es una de las voces poéticas más destacadas de América Latina. Ha publicado Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Ejercicios materiales (1993), El libro de barro (1993), Concierto animal (1999) y El falso teclado (2001), todos ellos incluidos en este volumen junto con una serie de poemas dispersos. Por su obra obtuvo el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2006) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2007).
«Blanca Varela es una poeta que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el amor, el tiempo y la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia. Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión. La pasión brilla, arde, se concentra y afila en una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida: Amo esa flor roja sin inocencia». Octavio Paz
La poesía de Blanca Varela (Lima, 1926) está construida sobre un mínimo de recursos expresivos y con una considerable parte de autenticidad y control de la palabra poética. Es una poesía cargada de significación y de fuerza vital que incita a una nueva relación con las cosas, siempre huyendo de las trampas del lenguaje y en busca de la más pura y genuina expresión. Como indicó Octavio Paz, «Blanca Varela no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callar a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia».
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa. Tenemos sed, tenemos prisa por golpear con el hueso de una flor en la tiniebla. Hay un árbol talado en esta historia. Contemplamos el cielo. No hay señales. ¿Es de día? ¿Es de noche? Murió la araña que medía el tiempo, solo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras. 'Destiempo, III'