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••• 3ª EDICIÓN ••• (1ª ed.: 2015).

"Una declaración de intuiciones inaugura una clase diferente de libros. Comparto en sus páginas lecciones que aprendí recorriendo el mundo y sus culturas y algunos trucos para disfrutar más la vida, para exprimirle todo el partido, sazonado con el humor que me permite dialogar con mis congéneres, por más que cada vez entienda menos a la raza humana.
Parto de una idea que considero bastante universal, cualquiera que sea la cultura donde se la coloque: todos los seres humanos desean ser felices, aunque la elección del camino hacia la felicidad nos haga perdernos y hasta matarnos.
Aquí os comparto parte de la introducción del libro:
'Este libro contiene apenas eso, intuiciones, no certezas. Intuiciones que son fruto de más de once años pedaleando por el mundo sin rumbo fijo, sin más certidumbre que la pasión de mi sueño de dar la vuelta al mundo en bici llevando sonrisas a las personas más humildes.
Nadie me dijo que sería fácil, nadie me dijo que sería posible y muchos incluso no pensaron que fuera a realizarlo.
Hace 11 años tenía una intución que seguí con los ojos cerrados.
Hoy los abro y he llegado mucho más lejos de lo que intuía.' " (Álvaro Neil).

• Prólogo de Wendy Ramos, maestra de payasos y seguidora de su intuición.

• Libro financiado en Verkami por 296 mecenas que han intuido que el libro saldría a la luz para las navidades del 2.015.

• El libro incluye un marca páginas doble, que es además un juego visual con el que se puede pasar un rato divertido, y que un marroquí me enseñó cerca de las montañas del Atlas en el 2.005. Diseño de Viti, el creador del logotipo del biciclown.

«Había cumplido siete años y llevaba media mañana aburrido, impaciente, esperando a que su padre, traje y chaleco oscuros, sin corbata, acabara la lectura del Quijote. Tenía el hábito de hacerlo todos los años, en verano, sentado en el sillón de mimbre del comedor, cuyos ventanales daban al jardín, desde donde se escuchaban, a cada rato, estruendosas, sus risotadas.
El joven Miguel, pantalón corto, flequillo desfilado, miraba ansioso, de reojo, la bicicleta de su hermano Adolfo. Una Arelli de un verde fulgurante, frenos y guardabarros cromados, que brillaba al sol, cegadora, como un milagro, una revelación».