Enrique IV de Castilla (1425-1474), rey durante los últimos veinte años de su vida, tuvo un agotado reinado que desembocó en las luchas entre los partidarios de su hija, Juana, a la que todos recordamos como "La Beltraneja", y los de su hermanastra Isabel, que, com mayo fortuna, pasó a la historia como "La Católica". Fue Isabel, claro, la que se alzó con el trono y esto ha situado a Enrique en un pobre papel a los ojos de una posteridad que suele colocarse del lado de los vencedores. De hecho, ha llevado siempre colgado el sambenito de impotente —en el que profundizó Marañón— y, como se recordará, los partidarios de Isabel sostuvieron que Juana no era su hija sino la del cortesano Beltrán de la Cueva. José Luis Martín se encarga de situar las aguas en su cauce y devolver todas sus luces y sombras a un monarca castellano que, además, recibió la corona de Navarra por vía matrimonial y fue elegido príncipe por los catalanes que se oponían a Juan II de Aragón.

El presente ensayo pretende dar una amplia panorámica del uso heterogéneo y dispar que los creadores contemporáneos han venido haciendo con la fotografía en las últimas cuatro décadas. Para el autor del libro resulta complejo, por no decir fútil, delimitar la frontera entre fotografía de creación y cualquier otro tipo de práctica fotográfica, pues buena parte de estos artistas han promovido la “amateurización” y el mestizaje del medio fotográfico como recurso estético, contraviniendo así las tesis clásicas que defendían el virtuosismo o el profundo conocimiento técnico como condición sine qua non para legitimar cualquier discurso genuino de autor.

9.ª EDICIÓN.
Mediante un amplio panorama de cinco siglos, desde las grandes salas llenas de humo de los palacios medievales hasta los ambientes y espacios de hoy, en este libro se explica de una forma extraordinariamente entretenida qué es una casa. El término comprende conceptos tales como confort y comodidad, intimidad y domesticidad o austeridad y estilo.
El autor, arquitecto y catedrático de Arquitectura, expone entre otras cosas cómo los cambios sociales y culturales han influido en los estilos de decoración; la relación entre los tapices medievales y las moquetas modernas; o cómo algunos de los lujos más apreciados de la vivienda moderna obedecen a requisitos técnicos de la construcción. Rybczynski formula además una dura crítica a «la pobreza esencial de las ideas arquitectónicas modernas», pues a su juicio «la idea que del confort tienen los arquitectos y los ingenieros es fundamentalmente errónea» y el bienestar doméstico «es algo demasiado importante para dejárselo a los expertos; es, igual que ha sido siempre, asunto de las familias y de las personas».
«La casa… es un libro serio, históricamente correcto y de lectura exquisita. Es el triunfo de la inteligencia.» (The New Yorker).
[Traductor: Fernando Santos Fontenla].