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Les tragèdies completes de Sòfocles amb una nova traducció de Feliu Formosa i Joan Casas
L?obra de Sòfocles, el més universal dels autors tràgics grecs, no ha perdut vigència i segueix inspirant interpretacions contemporànies. Ha estat considerat un dels renovadors fonamentals de la tragèdia grega i s?ha dit que, gràcies a la seva contribució, el gènere ha assolit la perfecció estètica a nivell formal. Amb els seus textos, explora el caràcter alhora heroic i vulnerable dels personatges davant la força irresistible del destí. En aquest volum, presentem una nova traducció al català del teatre complet de l?autor grec, que inclou les set tragèdies que es conserven senceres: Àiax, Les dones de Traquis, Antígona, Èdip Rei, Electra, Filoctetes i Èdip a Colonos.
-- Versión de Jesús Ricardo Martín. Guía de lectura: José Ignacio Merino Martínez.
Con el juicio de Paris se inicia la guerra de Troya y con otro juicio, la contienda de Ulises y Áyax por las armas de Aquiles, se abre su acto final. En la disputa está en juego el honor. Áyax no soporta el veredicto y quiere vengarse de sus jueces. Atenea lo enloquece. Al recobrar la cordura, se suicida. La posteridad interpretó este enfrentamiento como el de la astucia o la inteligencia de Ulises frente a las gestas o la fuerza bruta de Áyax.
Aun admitiendo cierta falta de solidez, nos arriesgamos a aventurar que Áyax puede ser interpretada como una tragedia profundamente comprometida con las acciones políticas de la Atenas contemporánea; que no hace sino denunciar el fracaso de la autarquía (Áyax) y de los abusos absolutistas (Atridas) y, de rebote, el previsible fracaso de la Liga de Delos; en definitiva, es un elogio a la moderación, al respeto por la justicia, la igualdad y las leyes divinas y humanas (Ulises); por la democracia, en defi nitiva. Jesús Ricardo Martín
Es Áyax una tragedia de antítesis, de contraposición de normas éticas, de exaltación de la soledad del héroe, de continuo recuerdo de que todo es incierto y frágil en el hombre, juguete de la ironía del destino, engañado por los propios dioses. J. de Romilly, La tragedia griega.
Y siento pena por él aunque seamos enemigos. Me doy cuenta de que todos nosotros, cuando vivimos, estamos presos por un destino fatal y no somos sino fantasmas vivientes. Ulises, en el «Prólogo» de Áyax.
-- Fue Sófocles (496-406 a. C.) contemporáneo de Esquilo y de Eurípides, también de Aristófanes, pero el floruit de su vida le hace coetáneo de Pericles. Este poeta, que como ningún otro sabía de la trágica miseria de la existencia y de todas las profundidades del sufrimiento humano, siguió el camino de su vida exterior alumbrado por una luz serena y era considerado por sus conciudadanos atenienses como un hombre feliz, paradigma del triunfador, afable en el trato, nada envidioso, respetuoso con sus rivales y respetado por ellos.
Versión para teatro escolar: Jesús Ricardo Martín.
Guía didáctica: María Asunción Hevia González.
Antígona presenta un conflicto entre el poder establecido —derecho de Estado—, representado por Creonte, y la conciencia moral —derecho de familia—, encarnada por la hija de Edipo, la cual viola un decreto del rey al cubrir con tierra el cadáver de su hermano Polinices, muerto como enemigo de Tebas.
Es sabido que Sófocles desarrolla el estudio de los caracteres, dibujando con hondura psicológica el éthos de los personajes. Frente al teatro de Esquilo, su predecesor, Sófocles relega la influencia divina a un segundo plano y sitúa en primer término la voluntad humana. Antígona, Creonte, Hemón, son protagonistas de una voluntad firme, que rige el curso de los acontencimientos, escasos por lo demás. Lo que ocurre no es obra de los dioses, sino de los propios actos de los seres humanos.
Lo trágico se ve subrayado porque los personajes, Creonte en esta tragedia, se pierden cuando creen haber escapado a las amenazas del destino, lo que provoca en los espectadores una mayor piedad.
¿Cuál fue el sentido que Sófocles quiso dar a su pieza? No es aventurado ver en Antígona un anticipo de un ideal de ciudadanía que años más tarde representaría Sócrates. Sófocles había querido presentar a sus conciudadanos un nuevo modelo de heroísmo cívico —subrayado al encarnarse en una mujer— contrapuesto al viejo ideal heroico, cargado de egocentrismo insolidario.