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Éramos anticapitalistas. Éramos jóvenes y anticapitalistas. Unos de manera militante, pues estaban afiliados a partidos de esta observancia, al menos en la pancarta, la retórica y el programa de papel. Otros sin militancia reconocida, pero con una decidida inclinación de rechazo hacia un sistema económico que creían perverso y causa de todo tipo de males. En los dos casos parecía que el capitalismo no tenía, o no debería tener, futuro y que lo que podemos llamar socialismo o comunismo estaba al caer, o casi. Pasaron los años y tuvimos que asumir que el anticapitalismo se había desinflado, había mostrado una cara muy desagradable en sus realizaciones prácticas, pero que muy desagradable, y finalmente se había volatilizado de manera rápida. Hoy solo queda un residuo muy residual de grupos anticapitalistas que no saben decir al personal cómo se come esto. Unos solo lo mencionan en alguna celebración conmemorativa, otros lo exhiben, aunque no sepamos lo que quieren decir con ello. Parece el hechizo vintage de una marca vacía que ya no vende nada pero que, para unos pocos, sigue siendo chula.
Dada la actual configuración de los grados en la que el peso de los créditos prácticos es cada vez más importante es fundamental promover la utilización de materiales que ofrezcan aspectos prácticos de las materias.
En este libro de prácticas se recopilan, de forma ordenada y sistematizada, aquellas que han sido más útiles en las experiencias de aprendizaje de los estudiantes. Por otro lado, las prácticas propuestas abarcan las etapas del desarrollo que van desde el nacimiento hasta el final de la adolescencia de manera equilibrada. Además, las actividades planteadas en esta obra se pueden adaptar fácilmente a las características del grupo o contexto. Se han elaborado dieciséis prácticas ordenadas según la edad de los sujetos contemplados en la práctica. La estructura de cada una de las prácticas es la misma en todas ellas y orienta bastante bien a su justificación y realización.
Revelar la centralidad de la violencia política en la Transición a la democracia en España es el objetivo esencial del presente trabajo. Para ello, se analiza la forma en que este fenómeno afectó a la identidad, estrategias y comportamiento políticos del PSOE y el PCE, protagonistas clave en este periodo, y, en consecuencia, la manera en que condicionó el desarrollo mismo de la Transición. La violencia se entiende aquí como “actor político” fundamental, como práctica y como categoría concreta, pero también como imaginario, como referente que permeó la vida política en su conjunto, como elemento simbólico muy presente en las ideas, los discursos y el comportamiento de los artífices del proceso de democratización español.
¿Por qué llega a legitimarse la violencia colectiva? ¿Cómo logra ese apoyo social que normaliza y justifica la persecución y aniquilación del adversario político? ¿Qué papel ejerce la imaginación, la memoria de un pasado violento y las proyecciones de futuro en la explicación sobre la legitimación social de la violencia? ¿Cómo resistir y responder ante su fascinación y ceguera, y garantizar la convivencia pacífica y el pluralismo político? Guiada por estas inquietudes, la socióloga Marta Rodríguez Fouz profundiza en este conjunto de textos en una reflexión crítica sobre la violencia de ETA. Escritos a lo largo de los últimos 25 años, recorren los diferentes momentos de una historia que aún interpela nuestro presente, en la medida en que selecciona e interpreta sus sentidos y consecuencias, y a la proyección de un futuro que se asienta sobre ellos. Su pretensión es ayudar a entender cómo llega a gestarse y afianzarse la justificación de la violencia por motivos políticos, pero también a pensar los modos de contrarrestarla y de proteger los valores de la convivencia democrática.
Mantener el equilibrio -según Pedro Martos- está sobrevalorado. El desequilibrio, en cambio, es responsable del movimiento, del crecimiento, del cambio; y podemos encontrar mucha armonía en esas fluctuaciones. El autor va buscando ese lugar en la cotidianidad donde el equilibrio no llega a perderse, aunque está a punto. "El funambulista desequilibrado" es un poemario de madurez, sin censura, provocador, a veces impúdico, con vocación de catarsis. El tono autobiográfico hace alarde de una lírica intimista no exenta de ironía dotando este autorretrato poético de un inteligente sentido del humor. Su estilo directo y contundente hace que llegue al lector como si le susurrara al oído o al corazón. Poesía sin artificio, en la que la experiencia está siempre por encima de los malabarismos formales. Una fórmula que incluye -a partes desiguales- inocencia, caos, dolor y transformación.
En “El funambulista desequilibrado”, Pedro Martos quiere llegar al fondo de lo que ocurre, de las personas que se cruzan en su vida, y por supuesto, de él mismo.
ALICIA PÉREZ MONTORO