Pocos conflictos muestran la complejidad del mundo actual como el de Afganistán. Para empezar, este país entró en el nuevo siglo del modo más catastrófico posible, de la mano del régimen talibán de los noventa, de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, y de las consecuencias que se derivaron de ello para el mundo entero. En Afganistán, la continuidad desde 1973 es la guerra civil, y las etapas discontinuas y de duración desigual son las sucesivas intervenciones extranjeras. Todo esto lo saben los afganos, los que lo han vivido y los más jóvenes. Pasa de madres a hijos. Y también tiene que ver con los comportamientos grupales, políticos y sociales. Durante más de 35 años, Vilanova ha seguido de cerca este conflicto que una y otra vez, y hasta la retirada occidental de Kabul, ha mostrado solo una parte de la complejidad del cubo de Rubik centroasiático.

En coedicición con CIDOB ediciones.
Ante el proceso de paz, actualmente en curso, Jerusalén se encuentra como un lugar en el que confluyen todos los elementos constitutivos del conflicto árabe-israelí de forma paradigmática. El problema de Jerusalén seguirá teniendo una cierta implicación internacional, aunque su dimensión internacional haya disminuido a lo largo de los años y ello por la importancia del sector multireligioso. Todo ello se complica por la diferente naturaleza y estructura de las tres grandes religiones, con jerarquías diferentes y con vinculaciones internacionales muy diversas. El problema más significativo es el de la continuidad de la obsesión israelí de completar el domino judío sobre la ciudad. Ante esta problemática cualquier solución para la ciudad debe reconocer los imperativos de la situación actual y, en primer lugar, el peso y fuerza de la presencia palestina en ella y la voluntad de sus habitantes de vivir bajo soberanía palestina.
Pere Vilanova es catedrático de Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Barcelona y miembro de la Dirección Académica de la Fundación CIDOB.