www.paquebote.com > Olga Viñuales
La medicina decimonónica, dio origen a una cadena simbólica que vinculaba estrechamente sexo, género, prácticas sexuales y orientación sexual. Desde esta nueva perspectiva, que pronto calaría hondo en la sociedad, se excluía primero y patologizaba después a quienes quedaban fuera de este orden natural de las cosas, categorizándolos como desviados o perversos, enfermos en definitiva. En este libro, la antropóloga Olga Viñuales hace un repaso crítico de aquellas Investigaciones que durante el siglo XX mostraron la falsedad de este orden simbólico que tanto ha influido en nuestra manera de categorizar el cuerpo, construir el género y las identidades sexuales, y que conducía a considerar determinadas prácticas sexuales como más sanas y recomendables que otras. Homofobia y lesbofobia, entendidas como una serie de prejuicios que sancionan negativamente a quienes se desvían del modelo reproductor hegemónico, son las primeras consecuencias nefastas de esta cadena simbólica. Esta actitud no es exclusiva del mundo heterosexual, sino que incluye también a muchos gays y lesbianas que la interiorizan desde la infancia y les lleva a pensarse a sí mismos como radicalmente distintos, como transgresores de unas supuestas leyes naturales destinadas a la reproducción de la especie y de un determinado orden social.
En Armarios de Cuero, doce personas narran las respectivas trayectorias vitales que les han llevado a vincularse, de una forma u otra, al mundo BDSM. A lo largo de sus páginas el lector asistirá a los diferentes procesos personales, a veces convergentes, a menudo diversos, mediante los cuales sus protagonistas han explorado unas formas de erotismo que divergen radicalmente de los patrones de sexualidad al uso. También identificará los diferentes discursos con los que éstos han reaccionado frente al estigma que la sociedad ha hecho recaer sobre dicho erotismo. Al margen de la pluralidad del universo BDSM que refleja su contenido, el título del libro pretende recalcar un elemento que subyace en la mayoría de las narrativas y que contrasta de forma llamativa con el posicionamiento público de otras sexualidades disidentes: como señala Maîtresse, en el BDSM «el armario forma parte del atrezzo».
«Aún llevo tus marcas, que hago mías por llevarlas en mi piel. Pero yo no soy más que la simple portadora, la mera carcasa que las lleva. Las marcas son tuyas y, cuando las miro, si bien me retrotraen al momento placentero de recibirlas, siempre acaban llevándome a ti, a tu placer, a tu imagen gozando. Miro mis pechos marcados, mis pequeñas heridas, las distintas tonalidades y colores con los que has grabado mi cuerpo. Me entristece verlas desaparecer. Tristeza que palio pensando que cuanto antes se borren antes podré pedirte que me regales otras. Yo, la que en un principio se negaba a ir marcada, casi ya no sé estar sin tu firma. Gracias.»
Carmen
En estas páginas catorce personas escriben acerca de la locura, de los criterios de internamiento, de cómo actúan las instituciones, de cómo han resuelto su enfermedad y, también, de cómo sobrellevan la enfermedad del «otro». Pero lo que realmente distingue este libro de otros textos es que aquí se aborda el tema desde tres perspectivas: profesionales, pacientes y entorno (familia, pareja). Distintas miradas, diferentes trastornos pero una lectura atenta encontrará temas comunes entre todas ellas. En primer lugar, que la línea divisoria entre locura y cordura es arbitraria y, en segundo lugar que, a diferencia de otras enfermedades, presentarse socialmente como esquizofrénico, bipolar, deprimido, etc., suele provocar rechazo e incomprensión. ¿Por qué? ¿Qué clase de estereotipos se establecen en el imaginario colectivo acerca de la locura? Una de las mejores respuestas la encontramos en la literatura. Así, Hamlet (acto 5, escena segunda) pide disculpas al Rey argumentando… «pues que si Hamlet está fuera de sí, y, no siendo el mismo ofende a Laertes, no es Hamlet quien tal hace; Hamlet lo reprocha. ¿Quién lo hace pues? Su demencia; y si ello es así, Hamlet pertenece a la parte ofendida siendo su locura el enemigo del propio Hamlet». Excelente texto, entre otras razones porque vincula de forma ambivalente locura con inconsciencia y falta de responsabilidad. En vez de entender la locura como una ATP (Alteración Transitoria de la Percepción), se asocia a una enfermedad crónica, irreversible e, incluso, peligrosa. Ahora bien, la realidad es tozuda y nos demuestra una vez más que un número creciente de personas con trastornos mentales logran reinsertarse laboralmente, son capaces de establecer vínculos emocionales y de emprender relaciones grupales porque son, sobre todo, conscientes de sus limitaciones y capacidades. Esa conciencia les sitúa muy por encima de lo que algunos han dado en llamar «cordura».