www.paquebote.com > MONZO QUIM
El catalán Quim Monzó (1952) ha logrado —gracias a las traducciones de sus obras— recoger elogios hasta de Robert Coover, el de "Azotando a la doncella", con quien sin duda comparte una muy particular visión de lo cotidiano en la que se mezclan lo surreal y lo hiperreal. Monzó es de esos escritores capaces de percibir el peligro que se oculta en el corcho de una botella o en una simple fregona. También sabe hacer un sencillo cambio de vías a la realidad y obligarla a aparecer en una extraña dimensión que, he aquí la gracia, nos la sienta en la silla de al lado. A uno, por ejemplo, se le muere en la mesa navideña un hermano y, por no contrariar a los padres, finge que sólo está indispuesto y lo viste, ducham afeita y lleva al instituto durante años como si tal cosa. Ésa es la vena de Monzó y así se nos aparece en los relatos y la novela corta que componen "El mejor de los mundos", su última aparición en los escaparates.
Traducido a más de una docena de lenguas y relacionado por la crítica europea con Rabelais, Kafka y Borges, Monzó es un cuentista portentoso. Ahora ha decidido revisar y reunir en un solo volumen todos sus cuentos publicados, algunos de ellos inéditos en castellano. Son ochenta y seis prodigios de concisión, agudeza, humor negro, desesperanza y lucidez. Una gozosa lección de la mejor literatura.
"En 1989, el Diari de Barcelona encargó a Quim Monzó una serie de crónicas sobre la caída de los regímenes comunistas en Checoslovaquia y en Rumania. Ceausescu acababa de ser ejecutado cerca de Bucarest, y, en Praga, la Revolución de Terciopelo llenaba las calles. Monzó paseó por ambas ciudades y sus artículos son ahora testimonio del escepticismo con el que conviene tomarse la retórica grandilocuente que acompaña siempre los acontecimientos históricos. Desde entonces, Monzó ha viajado—para El Periódico y para La Vanguardia—a otros lugares en conflicto: a Nueva York, la misma semana que, el 11 de setiembre del 2001, dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center; a Israel, la primavera del 2002, durante una de las grandes oleadas de atentados suicidas. También ha escrito crónicas al borde del surrealismo: haciendo de turista en Barcelona, o viajando por Europa de aeropuerto en aeropuerto y sin pisar las ciudades. El resultado es Catorce ciudades contando Brooklyn, un libro singular que permite comprobar cómo Monzó perfecciona su capacidad de observación y cómo despliega las técnicas narrativas para hacernos partícipes de estos cinco viajes entre el sentido común y el sinsentido.
Quim Monzó ha alternado siempre narrativa y articulismo. En estos dos géneros ha ido construyendo, libro tras libro, una sólida trayectoria literaria. Ha ganado el premio Nacional de Literatura catalán, el de narrativa Ciudad de Barcelona, el de novela Prudenci Bertrana, el de novela El Temps, el Lletra d’Or, el de los Escritores Catalanes y, cuatro veces, el premio de la Crítica, que otorga Serra d’Or. Sus relatos han sido publicados en una veintena de idiomas."
Para el lector español, Quim Monzó es ya conocido como un narrador de primer orden. Con el presente libro descubrirá la agudeza y el sentido común que le han convertido asimismo en articulista de cabecera de miles de lectores. Monzó comparte desconciertos, ridiculiza petulancias, se subleva contra la corrección política y constata la amenaza del gregarismo. Con irreverencia y rigor, Monzó combina la causticidad, el escepticismo, una competencia de forense y una prosa periodística que Joan de Sagarra calificó «de primerísima calidad». ?El tema del tema? reúne los mejores artículos que Monzó ha publicado en ?La Vanguardia? y ?Magazine? los años 1999, 2000 y 2001.
«Leer a Monzó es como tomar vitaminas.» Luis Landero
«Monzó es todavía mejor de lo que parece. Parece un ingenioso, y lo es, pero se olvida a menudo que el ingenio es un ingrediente indispensable del genio. Parece un gamberro, y lo es, pero todo escritor de verdad tiene que llevar dentro un gamberro. Parece un humorista, y lo es, pero mucho más serio de lo que aparenta, si es que puede haber un humorista que no sea muy serio. Parece un cínico, y lo es, y también, por tanto, un moralista.» Javier Cercas