978-84-233-4238-9
El hereje
MIGUEL DELIBES
Editorial: Austral Fecha de publicación: 31/12/9999 Páginas: 432Formato: Rústica
CONTEMPORÁNEA Narrativa Narrativa Novela
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CONTEMPORÁNEA Narrativa Narrativa Novela
Un prestigioso pintor, sumido en una grave crisis creativa, va hilando ante su hija sus recuerdos más íntimos en un monólogo que es a la vez homenaje y exorcismo. Su relato se centra en dos acontecimientos: la detención de dos de sus hijos por motivos políticos y, fundamentalmente, la enfermedad y muerte de su mujer, Ana, a los cuarenta y ocho años. Ana contagiaba una sensación de belleza y plenitud que cobró un verdadero alcance sobre el fondo gris de lo cotidiano y los sinsabores de la enfermedad. Historia de un amor en carrera desenfrenada hacia la muerte y sobrecogedora semblanza de un personaje femenino, Señora de rojo sobre fondo gris es una profunda lección de humanismo y madurez artística que sólo Miguel Delibes podía ofrecernos.
El príncipe destronado es la historia de un niño, Quico, que va a cumplir cuatro años. A Quico le pasa algo importante, le ha nacido una hermanita, Cris, que lo ha relegado a un segundo plano. Ahora, ya no es el rey de la casa, ahora es el príncipe destronado. A lo largo de un día, desde que se levanta dando gritos hasta que cae rendido por la noche, asistimos a sus andanzas, vislumbramos sus secretos y conocemos sus angustias. Detrás del niño, tan admirablemente recreado, vemos el mundo familiar, los otros hermanos, el padre y la madre, las criadas, la ciudad, el mundo. Cuando el libro acaba uno quisiera seguir con Quico y su familia al día siguiente porque, aunque no haya ocurrido nada extraordinario, todo ha sido fascinante.
A través del fino cristal que es el alma de Quico, Delibes nos deja esta novela extraordinaria sobre el misterio opaco de la infancia. Pero eso no es todo, también consigue que, de pronto, en algún rasgo de Quico, en algún gesto, en alguna palabra, reconozcamos con sonrisa cómplice, otra infancia, la nuestra.
Prólogo de Sergio del Molino.
Daniel el Mochuelo intuye a sus once años que su camino está en la aldea, junto a sus amigos, sus gentes y sus pájaros. Pero su padre quiere que vaya a la ciudad a estudiar el bachillerato. A lo largo de la noche que precede a la partida, Daniel, insomne, con un nudo en la garganta, evocará sus correrías con sus amigos ?Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso? a través de los campos descubriendo el cielo y la tierra, y revivirá las andanzas de la gente sencilla de la aldea. La simpatía humana con que esa mirada infantil nos introduce en el pueblo, haciéndonos conocer toda una impresionante galería de tipos, y la fuerza con que a través de rasgos frecuentemente caricaturescos se nos presentan siempre netos y vivos son dos de los mayores aciertos de esta novela.
Feliz evocación de un tiempo cuyo encanto y fascinación advertimos cuando ya se nos ha escapado de entre los dedos, El camino es, por su amalgama de nitidez realista, humor sutil, nostalgia contenida e irisación poética, no sólo una de las mejores novelas de Miguel Delibes, sino también, como señala la crítica, «una de las obras maestras de la narrativa contemporánea».
VERSIÓN TEATRAL DE FERNANDO MARÍAS Y JAVIER HERNÁNDEZ-SIMÓN.
La humilde y resignada familia de Paco, el Bajo, en la Extremadura profunda de los años sesenta, atiende y sirve un cortijo, sometida a condiciones que recuerdan un régimen de explotación casi feudal, en el que el tiempo parece que se hubiera detenido, pero donde ya, tímidamente, soplan aires nuevos. Es la época de caza y Paco se ha tronzado un hueso de la pierna. A pesar de que su estado le impide participar en las batidas, las presiones del señorito Iván para que, como «secretario», lo acompañe ponen de manifiesto la crueldad, los abusos y la ceguera moral de una clase instalada en unos privilegios históricos que considera inalienables y que los protagonistas soportan con una dignidad a prueba de humillaciones.
Relato descarnado de una España de miseria y desamparo, Los santos inocentes se publicó en 1981 como una alegoría de la relación entre propietarios y desposeídos, pero, además, como denuncia de la violación de los pactos entre el hombre y la naturaleza. Javier Hernández-Simón y Fernando Marías firman la presente versión teatral, que captura fielmente el espíritu de la novela y conserva toda su potencia.
Mi vida al aire libre no es una novela sino una peculiar y divertidísima autobiografía. Delibes evoca su vida al hilo del recuerdo de los diferentes deportes que ha practicado. Así, a través de su pluma conocemos su temprana pasión por el fútbol, las primeras salidas al campo con su padre, la extraña relación entre amor y ciclismo, la magia intransferible de la motocicleta, su resistencia a aceptar el sistema de puntuación en el tenis, su afición por la pesca de la lubina y el cangrejo o sus chapuzones placenteros en el río o en el mar. Delibes vuelve la mirada atrás con los ojos de un niño. En prosa ajustada y transparente nos brinda unas memorias profundamente personales, llenas de nostalgia y humor, ternura y espontaneidad, que se leen con la misma fruición que sus mejores novelas.
Según el propio Delibes, el libro que se acerca de un modo más fidedigno a la vida de Castilla y sus gentes.
Hay una manera de ser de pueblo como hay una manera de ser de ciudad. El pueblo está ahí, sumiso, apagado, mezclándose cada vez más con el color de la tierra. ¿Que han pasado cuarenta y ocho años y vuelves de las Américas? ¿Y qué? En Castilla no se cuenta por años sino por siglos, y allí estarán esperándote, todo igual, las casas, los árboles, los campos agotados, las gentes envejecidas, el arroyo que pasa entre cañizos y el polvillo de la trilla pegado a los muros.
Miguel Delibes sabe amar y sufrir su Castilla tan sola y nos transmite en el primer relato de este libro, «El pueblo en la cara», la vuelta del emigrante a su tierra, porque ser de un pueblo es un don de Dios. En la pequeña historia «La caza de la perdiz roja» habla del Barbas, viejo filósofo castellano, escéptico y enraizado a la tierra, que conoce sin casi saberlo las gentes y las perdices, y que si no hay más remedio dialoga con el autor. Diálogo claro, bello, que parece venir rozado por el viento del fondo de los siglos. Todo este libro es una pequeña maravilla ya que nadie sabe mejor que Delibes lo que es Castilla ni escribir en un lenguaje más puro y alejado de toda retórica.
Tras obtener en 1947 el Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada, Miguel Delibes consolidó su prestigio al publicar Aún es de día, una sombría historia realista que se revela, al mismo tiempo, como una hermosa y esperanzadora fábula. Su protagonista, Sebastián Ferrón, vive con su madre y con su hermana menor en una casa destartalada y fría de un barrio de la ciudad. Dependiente de ultramarinos, sueña con llegar a trabajar en unos grandes almacenes.
Con su prosa limpia y escrutadora que alterna la descripción de ambientes enrarecidos con sutiles pinceladas del mejor humor, Miguel Delibes nos presenta una galería de personajes desengañados y brutales que viven entre la miseria, el alborozo y la sordidez. Frente a todos, Sebastián deja de ser el hombre feo y acomplejado para, remontándose sobre la opacidad de la tristeza, llegar a la luz.
Un viejo solterón castellano y periodista jubilado establece una correspondencia progresivamente amorosa con una viuda andaluza a través de una revista sentimental. A lo largo de cuarenta y dos cartas nos proporcionará un completo retrato de sí mismo: su infancia en el pueblo, su carrera de periodista bajo el franquismo, sus ideas sobre el progreso, el amor o la televisión, sus preferencias gastronómicas o sus arraigadas costumbres de mirón impenitente. Las manías, los achaques, las osadías verbales del personaje y su fundamental timidez, chocan con la historia maravillosa del amor que sueña, imagina y pretende convertir en real. Ejemplo de brillantez constructiva y de expresión directa, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso nos habla, con sutil ironía, del amor, la esperanza o el cotidiano quehacer para convertirnos en destinatarios de las confesiones de ese peculiar sexagenario y en cómplices privilegiados del sorprendente desenlace de su historia.
En esta autoselección de sus mejores textos sobre Castilla y sus gentes, Delibes alterna el comentario reflexivo, serio, preciso y crítico de la realidad que lo rodea con textos narrativos que la representan y resucitan en su continuo, vivo y cotidiano fluir. Con una sabia graduación de humor e ironía, de compasión y sentido moral, ofrece una visión aguda, profunda y exacta de Castilla y su modo histórico de existir. Un apasionante retrato de la región más incomprendida de España en el que se entrelazan la elegía melancólica de un pasado hecho a escala del hombre, la censura objetiva, tajante y resignada del presente consumido por la insaciable voracidad de la máquina y la estadística y el ensueño, levemente optimista, de una esperanza de redención.