El P. Marcelino Iragui nos sumerge en este libro en las aguas divinas de esta Madre amorosa, escondida… La Madre oculta. ¿Su nombre? “Ruah”: el Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo. Necesitamos la gracia de tener un corazón de niño que, al asomarse a estas páginas, descubra el guiño de esa Madre escondida en los recodos de nuestro ser más profundo, invitándonos a la confianza, a dejarnos moldear, a dejarnos hacer, a dejar –en definitiva– que Dios sea Dios en nuestra vida.

Cada vez nos maravillamos más del poder del corazón, y cada vez nos interesamos más por el lenguaje del corazón, los sentimientos y emociones. Los místicos lo sabían desde siempre. Por eso siempre se han dirigido al corazón en busca de un contacto más directo con Dios, y en busca de una profunda respuesta a los grandes interrogantes de la vida. Sobresaliente entre los grandes místicos, recurrimos a san Juan de la Cruz en busca de respuestas. El Doctor Místico descubre con asombro que nuestra razón de ser, de existir es el sorprendente proyecto de Dios Padre de dar a su amado Hijo una esposa que comparta su destino. Se trata de un matrimonio espiritual, ya que “Dios es espíritu” (Jn 4,24), y “el que se une con Dios, un espíritu se hace con él” (1Co 6,17). Matrimonio con el “Alma Esposa”, que se inicia en la tierra y se consuma en el cielo.

“Un pensamiento del hombre vale más que el mundo entero”, decía san Juan de la Cruz, y añadía, por eso mismo “solo Dios es digno de él”. Pues esto es lo que nos recuerda, a lo que nos anima, y lo que nos facilita el P. Marcelino Iragui, ocd. Nos anima a que, al menos, leamos, meditemos, oremos y nos comprometamos al compás de un solo pensamiento: el de que, con la ayuda del Espíritu, convirtamos en saeta de luz que se nos clave en lo más hondo de nuestro ser cada pensamiento diario que nos propone en este libro.

Nadie se llena de Dios leyendo volúmenes sobre Él, ni exhibiendo sus conocimientos teológicos… Y, sin embargo, qué cerca está de nosotros, por eso, el camino más corto para llegar a Dios se encuentra dentro de nosotros. Este libro está escrito con la esperanza de ayudar a entrar en esa experiencia que transforma la vida y permite a una criatura llenarse de Dios. Y quien está lleno de Dios lo irradia. Su presencia es evangelio vivo y es oración eficaz, una oración que es siempre intercesión y, por tanto, que beneficia a todos.

El amanecer es un fenómeno natural y también una metáfora válida para expresar toda expectativa que propicie experiencias positivas de luz y vida para salir de la oscuridad de una noche interior. Esto acontece cuando se despierta la consciencia. Cuando ello tiene lugar, es cuando se opera una maravillosa transformación en la persona que afecta a su forma de ver y actuar en el presente, y a relacionarse con el pasado y el futuro, con los hombres, la naturaleza y con Dios. El autor escribe pensando en personas que buscan ser iluminadas interiormente por el Espíritu de la verdad. Pero, no en un futuro lejano, sino aquí y ahora. En estas páginas nos clarifica este proceso y nos sugiere las pautas para llevarlo a cabo la liberación del propio “ego”, junto con la entrega total y confiada en las manos de Dios.

Pocos autores espirituales como el de esta obra y de muchas otras, corredor de miles de caminos de Oriente a Occidente, creador del movimiento intercesor “Manos alzadas”, etc., para enseñarnos con experiencia y senci-llez a conjugar el verbo interceder. Interceder (del latín inter y cedere) significa posicionarse entre, mediar, inter-venir para solucionar un problema. En el mundo de la oración cristiana significa hacer de puente entre Dios y los hombres; convertirse en canal de doble dirección, por el que las aspiraciones de los hombres suban a Dios y la gracia divina fluya a los hombres. La alabanza y la intercesión: sus dos alas para ivolar en el espíritu.

Al hombre para quedar completo y acabado, para ser dichoso y feliz solo le falta Dios. ¿Le agradaría a Vd. ver de antemano, o al menos vislumbrar, su futuro? Eso es lo que san Juan de la Cruz le ofrece cuando describe las maravillas del mundo de Dios a la luz del Espíritu.

En Dios no se entra simplemente entrando. En Dios solo cabe Dios. Y solo Él puede arrancar de nosotros cuanto no es Él, iluminando lo que conocemos como “noche espiritual”.

Nutrido ramillete de sugerentes anécdotas, fábulas y leyendas que el autor complementa luego con la sabrosa doctrina de los Doctores del Carmelo y otros autores, para destilarnos interesantes y provechosas moralejas.