Lluny de la provocació, el títol d?aquest llibre recull de manera fidel el que hi defensa l?autora: eduquem a cada moment, des que sona el despertador al matí i saludem els fills amb un «bon dia!» o un «apa, afanya?t» fins que arriba la nit. Cal que reivindiquem el dret moral d?educar i siguem capaços d?exercir-lo, perquè educar és ensenyar a viure.
Maria Jesús Comellas articula el discurs al voltant de tres eixos: el grup familiar com a nucli d?estimació i, per tant, on resideix l?autoritat per educar; el que podem exigir a la canalla quan practiquem la responsabilitat d?educar; i les reaccions que podem esperar-ne, en funció de cada edat, durant aquest procés de creixement i de maduració.

Áreas de habituación personal: la alimentación, el sueño, la higiene y el vestido.
Áreas de la organización individual y grupal: el orden, las responsabilidades y las relaciones. Hitos evolutivos y metodología.

Se debe promover un debate conjunto entre familia y centro educativo que haga posible el acercamiento entre ambas instituciones y que favorezca un clima de confianza en beneficio de la educación de pequeños y mayores. Una verdadera guía en esta reflexión.

Cal promoure un debat conjunt entre família i centre educatiu que faci possible l'acostament entre ambdues institucions i que afavoreixi un clima de confiança en benefici de l'educació de petits i grans. Un veritable guiatge en aquesta reflexió.

¿Por qué algunos padres y madres se sienten inseguros ante la responsabilidad de educar a sus hijos? ¿Tienen dudas sobre qué enseñarles, qué valores transmitir o qué pueden exigirles según su edad y grado de madurez? ¿O quizás creen que la sociedad espera de ellos que sean unos padres perfectos?
La psicóloga Mª Jesús Comellas se propone devolver la confianza a padres y madres y lo hace a partir de una tesis bien simple: educamos a cada momento, desde que suena el despertador por la mañana y saludamos a nuestros hijos con un «buenos días» o con un «venga, date prisa» hasta que llega la noche.
Tal como sostiene la autora, la familia es el núcleo de afecto y cariño y, por lo tanto, donde reside la autoridad para educar. Porque educar es enseñar a vivir.