Ella tenía algo que contarles. Ese cuento que, quizá, solo puede relatarse una vez.

Lucía Navarro Luna nació en Xàtiva (Valencia), una mañana de 1978. Educadora de Educación Especial y licenciada en Pedagogía, adora escribir, el teatro y la expresión a través de la danza. La poesía, así como los relatos cortos, son para ella una terapia.Su relato Lunes y viernes quedó finalista en el XVI Concurs de la Dona de la Comunitat Valenciana, en 2015.Ha publicado poesía: Puente de fuego (Punto Rojo, 2012), Luz Mari… es amor (Nova Casa Editorial, 2015). Y narrativa: Luces de noviembre (Libros Mablaz, 2018), novela de la que es coautora. Ha participado, junto con otros autores, en Antología poética catalana-valenciana. Units per una mateixa arrel (Ed. Ubalde, 2015) y El santuario secreto de las reminiscencias (Nova Casa Editorial. 2019), con el retelling Una cenicienta de gama alta y sueños por estrenar.

Ángel es su primer cuento. Ese quesolo se puede escribir una vez.

Una noche, en el festejo de las luciérnagas, la luz de ellas se apagó dando paso a laoscuridad. La Diosa de las dos Galaxias y su palacio se fueron oscureciendo,necesitando de nuevo la alianza de las cuatro estrellas para restablecer el orden de losmundos. Seres maravillosos acompañarán a las estrellas para poder vencer a un ser de laoscuridad. Y lo más importante que aprenden en esta aventura las cuatro estrellas: losgrandes valores se encuentran en los pequeños gestos…

Carlos II, rey de España, acaba de morir sin dejar herederos. La dinastía de los Habsburgo pende de un hilo, pues los Borbones de Francia amenazan con tomar la corona. Un hombre, el conde de Frigiliana, emprende una carrera contrarreloj para encontrar al sucesor que asegure la continuidad de la sangre española en el poder. 

Más allá del arte establecido, son ya varias las generaciones de artistas, en su mayor parte estadounidenses, que han ofrecido una perspectiva pictórica radicalmente distinta del arte moderno. Influidos por la cultura pop, los cómics, la ciencia ficción, el cine fantástico, la serie B, el graffiti, el punk, el rock, los dibujos animados, los videojuegos o lo juguetes, han combinado ese abanico para crear lo que se ha dado en llamar "surrealismo pop".
Joan S. Luna, redactor jefe de la revista musical MondoSonoro, repasa cuáles han sido los antecedentes artísticos o las corrientes previas que han influido a buena parte de los creadores que aparecen en sus páginas, precisando que la influencia de surrealistas como Ernst, Picasso, De Chirico, Dalí o Magritte resulta fundamental para muchos de los artistas que forman parte del movimiento que nos ocupa, mientras que el pop art deviene una influencia más conceptual que estética.
Los colores del underground busca, a través de 22 entrevistas realizadas por el propio Luna a otros tantos autores, ofrecer una muestra representativa del actual panorama del surrealismo pop y dar a conocer a sus artistas más destacados.
Entrevistas e ilustraciones de Gary Baseman, Víctor Castillo, el Gato Chimney, Xiaoqing Ding, Ron English, Alex Gross, Femke Hiemstra, Yoko D'Holbachie, Stephen Kasner, Chris Mars, Sergio Mora, Heiko Müller, Scott Musgrove, Kathie Olivas, Brandt Peters, Gonzalo Rueda, Greg Simkins, Jeff Soto, Nathan Spoor, David Stoupakis, Eric White y Martin Wittfooth.

Recuperando el título de un pequeño cuento con el que la puertorriqueña Rosario Ferré analizó la misoginia literaria en los años 90, este 'El coloquio de las perras' pretende ser un homenaje a las escritoras hispanohablantes que sortearon todo tipo de obstáculos para hacer su literatura.
Desde populares figuras como Elena Garro, Gabriela Mistral o Alejandra Pizarnik hasta otras más desconocidas como Alcira Soust Scaffo, Agustina González López o María Emilia Cornejo, la periodista y poeta Luna Miguel entabla una conversación llena de ladridos con una docena de mujeres, con la voluntad de que sus obras sean leídas y reivindicadas, y tal vez con la esperanza de que la egoísta y peligrosa raza del ?escritor macho? quede de una vez por todas extinguida.

Su amor era como charco de alquitrán que embadurnaba mis alas, dejándome así a su merced, quitándome voluntad , sin libertad , un amor con el que me intoxiqué, dejándome poco a poco adormecida en el dolor que le causaba a mi corazón, pero anhelaba la libertad, el sentir el viento entre mis alas, el volver a volar, pero esto requería un sobreesfuerzo , como el desprenderme de cada una de mis plumas que estaban ancladas al suelo, con cada aleteo sentía el dolor insoportable que causaba el liberarme, pero sin pensarlo tiré y me solté, lo duro de eso no fue el desprenderme, lo duro fue mi cura , dejar parte de mí atrás es lo me dolió, de superar. Recuperar mi plumaje no fue nada fácil, y emprender el vuelo lo fue aún menos.