Harry Potter es uno de nuestros contemporáneos. Aunque sea en un universo paralelo al nuestro, puede reconfortarnos y hacer que miremos a nuestro zarandeado mundo muggle con algo más de sabiduría y paciencia. Al fin y al cabo, también nosotros conocemos esa energía cuya magia guarda celosamente el ministerio de Magia, «esa fuerza que es a la vez más maravillosa y más terrible que la muerte, que la inteligencia humana, que la naturaleza».

En El Señor de los anillos, J. R. R. Tolkien nos ofrece un relato extraordinario que aúna de modo indisoluble la virtualidad del mito y la elevación de lo espiritual cristiano. Gracias a esta complejidad, que sin embargo percibimos dentro de un sencillo marco narrativo, podemos contemplar las aspiraciones, problemas y deseos humanos revestidos de sublimidad y altura de miras.