Esta salvaje oscuridad «La historia de mi muerte»

Cuando el norteamericano Harold Brodkey (1930-1996) dio a las planchas "El alma fugitiva" —corría 1991—, la crítica se mostró dividida ante aquel volumen de dimensiones inhumanas que tan esperado había sido durante años. "El alma fugitiva" representó, con todo, la culminación de la carrera de un autor que, tras su irrupción en 1954 en el panorama literario con "Primer amor y otros pesares", había acumulado elogios sin fin en Estados Unidos.

"El alma fugitiva" se publicó en España en 1993 y la recepción fue desigual. Ese mismo año, Brodkey supo que se encontraba enfermo de sida y comenzó a escribir esta crónica de su desintegración, este diario de una enfermedad, que no sólo pone a ratos los pelos de punta, sino que, además, constituye una interesante reflexión sobre eso que se ha dado en calificar de grandes temas —incluyendo sexo y literatura— y una incursión en los territorios del pasado personal. De fondo, la más sólida argumentación de todo exhibicionista: construir uno mismo su propia memoria antes de que, lanzado a las profundidades de la fosa, la construyan los demás.