Un joven profesor descubre por primera vez lo que es el auténtico amor cuando conoce a una de sus alumnas, Margaret, una chica tan extraña como seductora. Ella le corresponde, pero le advierte enseguida que está entrando en terreno peligroso, ya que está sujeta a una maldición. Cuando el profesor insiste en casarse con ella pese a todo, Margaret le lleva a conocer a su familia. El pretendiente enseguida se da cuenta de que realmente pasa algo extraño: la familia está compuesta exclusivamente de mujeres, de edades muy distintas, y todas ellas tienen nombres que se derivan del de su amada. Incluso viven en un lugar llamado Margarettown... Guiado por su pasión, el joven entrará en mundos que nunca sospechó que existían.
Una historia fascinante y conmovedora sobre lo que hace falta para amar a una misma persona a través del tiempo, y lo difícil que resulta conocer realmente a aquel a quien amamos.

Una apasionante epopeya sobre los videojuegos, la amistad y el dolor

Un gélido día de diciembre de su primer año en Harvard, Sam Masur sale de un vagón de metro y ve, entre las hordas de gente que esperan en el andén, a Sadie Green. La llama a gritos. Por un momento, ella hace como que no lo ha oído, pero entonces se vuelve y empieza la partida: una colaboración legendaria que los lanzará al estrellato. Piden dinero prestado, favores y, antes incluso de graduarse, firman su primera superproducción: Ichigo, un juego en el que uno puede escapar de los confines del cuerpo y las traiciones del corazón, en el que la muerte no significa más que una oportunidad para recomenzar y volver a jugar.

Esta novela narra la historia de los mundos perfectos que construyen Sam y Sadie, el mundo imperfecto en el que viven y de todo lo que viene después del éxito: el dinero, la fama, la traición, la tragedia. La trama se extiende a lo largo de más de treinta años, va de Cambridge (Massachusetts) a Venice Beach (California), pasando por tierras intermedias y otros mundos.

Mañana, y mañana, y mañana es una novela deslumbrante y compleja que ahonda en la naturaleza multifacética de la identidad: en los videojuegos como forma de expresión artística; en la tecnología y la experiencia humana; en la discapacidad; el fracaso; las posibilidades de redención; los mundos virtuales, y, sobre todo, en nuestra necesidad de conectar: de amar y ser amados. Sí, es una historia de amor, pero única en su especie.

Des de ben petits, en Sam i la Sadie comparteixen l?afició pels videojocs. Allà hi experimenten la llibertat i l?alegria que els manca al món real, on senten que no acaben d?encaixar. Quan es retroben anys més tard, decideixen apostar pels seus somnis i viure de la creació d?aquests universos fantàstics i imaginaris sense preveure, però, que ben aviat s?enfrontaran a un èxit imprevist i imparable que posarà en dubte la naturalesa de la seva relació.
Aquesta és la història dels mons que construeixen els dos amics, perfectes però irreals, i també de la impossibilitat per adaptar-se a la ferocitat del que comporta el triomf: els diners, la fama, les identitats qüestionades i la tragèdia.
Demà, i demà, i demà és un relat sobre la nostra necessitat de connectar, d?estimar i de ser estimats. Una obra commovedora sobre els límits de l?amistat i l?amor, i una oda al refugi que ens ofereix la imaginació.

Nadie es una isla y en un buen libro cabe el mundo entero
A pesar de ser el único librero de Alice Island, a A.J. Fikry no le gustan ni la posmodernidad ni el realismo mágico. Tampoco pierde el tiempo con historias sobre el Holocausto, libros infantiles o novelas románticas. Sus planes nocturnos consisten en encerrarse en un destartalado apartamento y acompañar un buen cuento clásico de comida basura y media botella de whisky. Porque, todo hay que decirlo, de la misma forma que a A.J. Fikry no le gustan la mayoría de libros, tampoco le suele caer bien la gente. Hasta que, de repente, alguien amanece sentado en el suelo de su polvorienta librería...
Esta es una historia de genuino amor libresco, destinada a todos aquellos que abren los libros para oler sus páginas y acarician el lomo cuando los dejan en la estantería. A.J. FIfry no es un dechado de cortesía, pero hay algo que tiene muy claro: somos lo que leemos. Más aún, nuestra vida está hecha de mil historias que nos acompañan a lo largo del camino y la buena literatura es una brújula que nunca falla.