9788494074189
"Nos encargamos de todo" Robo y tráfico de niños en España
FRANCISCO GONZALEZ DE TENA
Editorial: Clave Intelectual Fecha de publicación: 03/03/2014 Páginas: 240Formato: Rústica
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Durante las casi cuatro décadas que se prolongó el Régimen de Franco, y aún después, existió una institución particular, mezcla de orfanato, convento y cuartel, denominada Auxilio Social. Decenas de miles de niños españoles fueron acogidos en esta institución de doble perfil que, por un lado, exhibía un cometido benéfico al tiempo que, de puertas hacia dentro, iba desarrollando una misión silenciosa de adoctrinamiento político, religioso y moral, en virtud de la cual cualquier medio a su alcance justificaba el fin real. Niños invisibles en el cuarto oscuro recoge en primera persona los testimonios de aquellos niños que fueron enterrados durante décadas en la sobra de los Hogares de Auxilio Social. Su autor, Francisco González de Tena, dedicó casi cinco años a recopilar historias de vida de muchos de aquellos internos, con el fin de componer un testimonio fiable y científicamente riguroso de lo que significó aquella experiencia, tan distinta en cada caso pero con puntos en común a todos ellos. En Niños invisibles en el cuarto oscuro, González de Tena nos ofrece una selección significativa y literalmente notable de todas aquellas narraciones, a través de la cual el lector podrá comprobar por sí mismo la verdad y las verdades que ocultaban los muros de aquellos hogares.
Hoy parece fuera de duda que el espíritu originario de Auxilio Social basado en una asistencia “indiscriminada a los damnificados por la Guerra Civil” quedó desvirtuado seriamente a partir de la irrupción de los ideólogos franquistas que desembarcaron en lo que era presentado por el Régimen como su más apreciada joya en el ámbito asistencial y, por lo mismo, propagandístico. Y lo que es aún menos conocido es el papel hegemónico que desempeñó la Iglesia Católica en un campo de actuación que parecía diseñado para sus fines. Auxilio Social pasó, por tanto, de representar el decorado amable de “la sonrisa de Falange” a ser el campo, primero de batalla ideológica y, después el campo privilegiado en el que se pudo desarrollar con más exactitud el ideario del nacional–catolicismo. En un ambiente cerrado, sin miradas indiscretas y actuando sobre un colectivo desprotegido de niños, la Iglesia Católica pudo ejercer su faceta más auténtica como instrumento de poder.