UNA NOVELA LÍRICA Y PROFUNDA QUE ABRE NUEVOS CAMINOS AL GÉNERO NEGRO.

Para Sara Morgan todo acabó un día de 1997, cuando su novio, un esquizofrénico diagnosticado, la asesinó. Su trágica muerte afectó a muchas personas y en diferentes grados: desde su última familia hasta gente que apenas la conoció. Como una onda expansiva en cuyo centro se encuentra Sara, un coro de voces construye un intenso relato poliédrico, repleto de obsesiones, deseos incumplidos y frustraciones.

Nicola Maye Goldberg toma como punto de partida un caso real para explorar de un modo insólito un conjunto de vidas muy diversas en las que un acto de violencia cotidiana deja una huella permanente.

• ISBN: 9788420616223 / 8420616222
• Estado: Aceptable. Firma del anterior propietario en la página de anteportada. Traducción de Amalia Martín-Gamero.

Así como Eva Figes defiende en Actitudes patriarcales que el origen de las diferencias entre los comportamientos masculino y femenino radica en el medio social y en la perpetuación cultural de las ideas que aseguran la hegemonía varonil, Steven Goldberg (Nueva York, EE. UU, 1941) arranca en su razonamiento de supuestos simétricamente opuestos. La inevitabilidad del patriarcado es el alegato de un sociólogo en favor de la explicación biologicista de la desigual asignación sociales a uno y otro sexo. Según esta opinión, el varón ha sido, es y será siempre dominante en cualquier tipo de sociedad, en virtud de estructuras fisiológicas inalterables que han sido modeladas por la evolución y que se transmiten por el código genético. En consecuencia en una imposibilidad lógica que el actual reparto de funciones y papeles haya sido distinto en un remoto pasado o pueda ser modificado en un próximo futuro: la hipótesis antropológica de un matriarcado histórico sería una pura especulación, y las esperanzas y programas de los movimientos feministas a favor de la igualdad real de oportunidades constituirían vanas ilusiones.
Así pues, las características biológicas drásticamente y dramáticamente las posibilidades sociales de los seres humanos en función de su sexo: las diferencias hormonales entre un hombre y mujer prefigurarían de manera rígida las funciones a desempeñar en el ambito familiar y en la vida pública. La agresividad, innata en el varón por su específica dotación hormonal, le aseguraría de antemano la posición de dominio en cualquier marco, histórico e institucional. En cuanto a la mujer, su fisiología condenaría por anticipado cualquier intento por competir con el varón en el terreno propio de éste. El autor -ex profesor en el City College, de Nueva York- insiste en que la aceptación de esa tesis, metasocial y biológica, no implica ningún juicio de valor acerca de la superioridad o inferioridad masculina o femenina, sino que lleva simplemente a la conclusión de que existen roles específicamente reservados por la naturaleza a los hombres y las mujeres.

Separata facticia del Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo nº LVIII. 10 hh. Santander, 1982.