Había una vez un Príncipe Azul que estaba harto de besar a damiselas que nunca despertaban de su letargo existencial, y que sólo sabían echar la culpa de su desastre vital y se empeñaban en hacer pagar sus sueños rotos a los hombres. Un buen día, nuestro Príncipe Azul se encontró con su Hada Madrina, quien le enseñó a redefinir su relación con las mujeres y a desembarazarse de todas las ideas caducas y de las obligaciones que le eran ajenas y ni siquiera había escogido. Ésta es la historia de muchos hombres buenos, que descubren que les han contado falsos cuentos de hadas y resulta que sí tienen la capacidad de amar.

En el puerto se concentraban además otros muchos olores. Se percibía el del cáñamo de las estachas (amarras), el del alquitrán, el del mar, el del pescado, pero sobre todo el de la brea. Quienes no han olido la brea nunca podrán entender qué es vivir en un barrio marinero. Los almacenes siempre estaban impregnados de ese olor; también las calles, la ropa de los marinos y, en general, la de todos aquellos que tuvieran alguna relación con el puerto. Los olores se solapaban y se confundían, pero nosotros sabíamos distinguir todos y cada uno. El café, por ejemplo, era otro olor habitual del puerto, más fuerte que los demás y también más agradable.
Cuando descargaban café siempre se perdían unos cuantos sacos que, al final, iban a parar a la Barceloneta a muy buen precio. Su esencia inundaba las calles. Podemos imaginar quinientos kilos de café repartidos por todo el barrio tostándose en las casas e incluso en la calle. El olor llagaba hasta Barcelona, que a buen seguro aspiraba con envidia aquel aroma proveniente de la ciudad sin ley.

El port feia olor de mil coses: de brea, de cànem de les amarres, de quitrà, de mar i de peix. Però sobretot de brea. Qui no ha ensumat la brea no sabrà mai què vol dir viure en un barri mariner, perquè els magatzems sempre feien aquesta olor, igual que els carrers, la roba dels mariners i la de tothom que tingués alguna relació amb el port. Les olors es barrejaven i es confonien, però nosaltres les sabíem distingir totes. La de cafè, per exemple, era una de les més fàcils perquè se sobreposava a les altres i era més agradable.
Quan descarregaven cafè sempre se n’extraviaven uns quants sacs, que anaven a parar al barri a molt bon preu. L’aroma impregnava els carrers: només cal imaginar-se cinc-cents quilos de cafè escampats per tot el barri torrant-se a les cases o a fora al carrer. La flaire arribava a Barcelona i tot, que segur que ensumava amb enveja aquell aroma provinent de la ciutat sens llei.

1ª edición.

En todas las épocas de la humanidad han existido seres únicos, capaces de logros fuera del alcance del
común de los mortales. Las hadas pertenecen a este maravilloso grupo. Tienen el don de generar magia y esparcirla a su
alrededor, el talento de conseguir lo que se proponen con sus fantásticos recursos. ¿Dónde se encuentran las hadas hoy
en día? ¿Las podemos ver si creemos en ellas? ¿Nos pueden servir como inspiración para alcanzar nuestras metas y
sentirnos libres y felices?

Para poder amar de forma incondicional hay que demostrar ser una reina con la corona bien puesta, valiente,
honesta y emocionalmente independiente. Las reinas tienen que estar orgullosas de lucir sus coronas, de hacerlas
brillar con su luz interior y nunca, en ningún caso, desprenderse de ellas, aunque para ello tengan que dejar atrás a
determinados caballeros enfundados en una armadura que con el tiempo se ha ido oxidando cada vez más.

Este libro está dirigido especialmente a todas aquellas personas que tienen opiniones propias y que
necesitan respuestas, personas que quieren ser diferentes y que no tienen una actitud conformista ante la vida,
personas que pretenden superar las limitaciones impuestas por otros y que se esfuerzan por evolucionar y mejorar.
Personas, en definitiva, capaces de romper moldes y alzar sus voces para ser como ellas mismas deseen ser y no como los
demás quieran que sean.

No todas las relaciones de pareja son amorosas. Algunas son desdeñosas. No todo lo que acontece entre un
hombre y una mujer, o entre dos seres humanos, es amor, a veces es codependencia. No siempre se tiene muy claro que el
idílico príncipe azul del cuento infantil no existe. En todo caso se trata de un farsante que, además, destiñe.

A veces para lograr la felicidad no basta con ser una persona con talento, inteligencia, simpatía, belleza
o creatividad. Hay que at reverse a soñar y a hacer realidad los sueños. También es fundamental tener una sólida
autoestima y una gran fortaleza espiritual para que la luz que se encuentra en el interior de cada uno de nosotros se
pueda expandir. Y si para alcanzar estas metas se cuenta con la inestimable ayuda de un hada madrina y sus sabios
consejos, ¡mejor que mejor!

¿Es que ya nadie cree en las hadas? Si no las vemos, ¿es porque no existen? Si existiesen, ¿las veríamos?
Si usted tiene a alguien en su vida que le induce al optimismo, le anima a despertar la magia de su corazón y le ayuda
a descubrir lo mejor de usted misma... con toda probabilidad su vida se ha visto bendecida por la presencia de un hada.