Cuando hace 20 años, en su Estella natal, don Manuel Irujo recibía su último agur multitudinario, su compañero de exilio e ideales, Alberto Onaindía, le despidió afirmando que hombres como el político estellés justificaban a toda una generación. La estatura política de Manuel Irujo dejaba pequeños los habituales laureles de los correligionarios, para ser toda la clase política, de aquel entonces, quien en términos, siempre elogiosos, glosase su vida y praxis. J. CHUECA Centro Vasco y Juventud Vasca, Partido y Comunión, la dictadura de Primo de Rivera y la República, la guerra y el exilio, son los temas relatados por un hombre que los vivió muy de cerca... como protagonista. Un libro clave a la hora de enjuiciar actitudes pasadas y orientar actitudes futuras.

Existen en la historia de los pueblos momentos críticos, situaciones de encrucijada, en las que ninguna opción correcta es posible sin apelar a un pasado cercano que proporcione datos comparativos a cuya luz poder juzgar el presente. En momentos así se impone la necesidad de recuperar la memoria colectiva de los avatares históricos de un pueblo. Y nada, quizás, tan adecuado para cumplir dicho objetivo como apelar a los protagonistas directos más comprometidos y lúcidos de dicha historia. Pues si bien es cierto que toda trayectoria particular, con sus realizaciones, logros y frustraciones, resulta condicionada por el devenir colectivo de la comunidad a la que pertenece, no es menos real e importante la incidencia de ciertos elementos particulares en el seno de esa misma colectividad.Este es el caso de Koldo Mitxelena, eminente lingüista, reconocido y prestigioso hombre de cultura, pero también militante político que supo asumir, con ejemplar consecuencia, los máximos riesgos y compromisos de dicha militancia. Koldo Mitxelena pertenece a ese sector de la generación joven de los años de guerra que no ha perdido jamás el contacto con la realidad política, cultural y social del País Vasco. Habiendo vivido inmerso en esa realidad en calidad de protagonista destacado, consideramos que él es uno de los hombres fundamentales para poder intentar, a través de una indagación personal y existencial, ese análisis de la reciente historia de nuestro pueblo que nos resulta hoy día totalmente imprescindible. El talante absolutamente liberal de Mitxelena en el aspecto ideológico, as como su postura progresista por lo que respecta a cuestiones fundamentales de desarrollo y organización social, avalan la importancia de la larga entrevista realizada en el presente libro a uno de los personajes clave del nacionalismo vasco de posguerra.

La tarde del 23 de agosto de 1937 un avión aterriza en la playa de Laredo. Desciende un hombre de 34 años que acaba de protagonizar una bronca monumental con el piloto que, dado el peligro, quería volver a Biarritz. Se dirige a sus compañeros de partido instalados en la playa y se dispone a dirigir la capitulación del grueso del Ejército vasco a los italianos. Sabe muy bien lo que le espera. Podía haberse exiliado, pero ha decidido compartir la suerte de los suyos, que, hasta el día de su muerte, lo van a considerar como su Hermano Mayor. Se llama Juan Ajuriagerra. En el otoño del 2017, Eugenio Ibarzabal pudo recuperar las decenas de entrevistas que había realizado cuarenta años atrás, entre ellas las que realizó con Ajuriagerra tres meses antes de morir. A partir de ahí ha escrito este libro que demuestra que nos encontramos ante la figura más decisiva en la historia del nacionalismo vasco. El libro desvela su
actuación ante la sublevación franquista el 18 de julio de 1936 y los días posteriores, su papel como dirigente y responsable de información en la guerra, las negociaciones del Pacto de Santoña que protagonizó, su actitud de dirigente en la cárcel, la etapa de clandestinidad en San Sebastián, su ruptura con la organización de Servicios de Información del Gobierno Vasco, el nacimiento de ETA, su postura ante la violencia, su papel en la Transición y, finalmente, su posición en el debate constitucional. ?Lo único que me ha importado al zambullirme en su historia ha sido buscar la verdad, más allá de ideologías y discursos partidistas. Me gustaría que quien se acercara a este libro, bien sea cercano ideológicamente a Ajuriagerra o no, observara los hechos y luego se preguntara: ¿qué hubiera hecho yo en su lugar?, ¿ayudó o perjudicó?, ¿dejó las cosas mejor o peor de lo que ya estaban? Porque no es lo que se dice, ni lo que se proclama, ni lo que se denuncia, sino lo que se hace?. Eugenio Ibarzabal ha escrito una biografía cuidando al máximo la fluidez de la narración y elaborando una apasionante historia que se lee como lo que también es: una auténtica novela. Porque la vida de Ajuriagerra fue eso: una vida de novela.