Claudio Eliano (170-235), nacido en Preneste, Italia, en tiempos del emperador Séptimo Severo, fue historiador, profesor de retórica y amante de la lengua y la cultura griegas, hasta el punto de escribir su obra en la lengua de Homero. De sus escritos sólo se conservan dos: Sobre la naturaleza de los animales e Historias curiosas.
Historias curiosas pertenece al género de la miscelánea, colección de historias breves y anécdotas sobre diversos temas. Escritas con el fin de proporcionar temas a los oradores, que daban con ellas un tono erudito a sus discursos, servía también como entretenimiento a personas cultas, que hacían una lectura lúdica y al azar de ellas. El libro está dividido en catorce libros, o capítulos, y 460 capítulos, o relatos, algunos con más de una historia. Los temas, tratados con gran amenidad y conocimiento de la antigüedad griega, son de lo más variopinto: vida de animales, anécdotas de la vida de los filósofos, prácticas y creencias religiosas de la antigüedad, así como relatos que ilustran los caprichos de la fortuna, el erotismo antiguo o curiosidades de personajes históricos y también de simples mortales.

Una curiosa y entretenida recopilación de un género muy practicado en la antigüedad. El conocimiento del mundo natural entre la observación empírica y la imaginación fabuladora.

Un león resulta herido y se traga un mono para curarse. Sócrates se niega a ponerse los lujosos vestidos que le regala Apolodoro para beber la cicuta. A Platón no le gustaban ni la forma de vida ni el refinamiento de su discípulo Aristóteles. Alejandro Magno instituyó en la India un concurso de bebedores de vino. Éstas son sólo algunas de las anécdotas que podemos encontrar en la obra incluida en el presente volumen, las "Historias curiosas" de Claudio Eliano. Claro exponente de la literatura miscelánea, género del que son también ejemplos los "Tapices" de Clemente de Alejandría o la "Colección de Hechos memorables" de Solino, en esta obra Eliano refiere las noticias que le han interesado de sus lecturas y nos ofrece datos preciosos para el conocimiento de las obras clásicas por él citadas y hoy, en muchos casos, perdidas. Eliano no busca el rigor histórico o científico, sino la anécdota curiosa, la paradoja, el hecho extraordinario o divertido. Son historias breves extraídas de la mitología, de la historia, de las ciencias naturales o de las tradiciones populares. Claudio Eliano nació en Preneste en el s. II d.C. y pasó casi toda su vida en Roma. Filóstrato dice de él, sin embargo, que escribía en griego como un ateniense de pura cepa. De hecho, su estilo claro, conciso, suave y aticista se engloba dentro de la Segunda Sofística griega. De él se conservan también la "Historia de los animales" y las "Cartas rústicas". La obra de Claudio Eliano ha gozado de éxito hasta nuestros días y ha influido en autores como Fray Luis de Granada, Pedro Mexía o Cervantes.
La traducción, la primera al español, ha sido llevada a cabo por Juan Manuel Cortés Copete, Profesor Titular de Historia Antigua de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

• ISBN: 9788485471652
• Estado: Bueno.
• Traducción de María Otero.
• Prólogo de Jorge Luis Borges.

«Pese al nombre que se daría a este libro, De natura animalium, nadie menos afín a un zoólogo, en el sentido
actual de la palabra, que su autor, Claudio Eliano. Nada pudieron importarle los géneros que se ramifican en especies, nada la anatomía de los animales o su prolija descripción. En el epílogo se jacta de su íntimo amor del conocimiento, pero esa voz, en el segundo siglo de nuestra era, comprendía los entes y también todo lo imaginado o fabulado sobre ellos. Este misceláneo tratado abunda en digresiones. Su desorden es voluntario. Eliano, para eludir el tedio de la monotonía, ha preferido entretejer los temas y ofrecer a quienes lo leen «una suerte de florida pradera». Le interesan los hábitos de los animales y las moralidades de las que son ejemplo esos hábitos.
Claudio Eliano encarnó el mejor tipo de romano, el de un romano helenizado. Nunca salió de Italia, pero no escribió una línea en latín. Sus autoridades son siempre griegas: el lector de estas páginas buscará en vano el nombre de Plinio, que, dada la materia de la obra, parece obligatorio. Al cabo de los siglos, este tratado es a la vez irresponsable y gratísimo. Claudio Eliano logró el título oficial de sofista, es decir, de retórico que puede enseñar la retórica y que la ejerce. Nada sabemos de los hechos que tejieron su biografía; queda su voz tranquila narrando sueños.» (Jorge Luis Borges).