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Este panfleto, escrito entre el invierno y la primavera de 1814 para preparar el retorno de los Borbones al trono de Francia, fue para Chateaubriand uno de esos gestos resueltos e instintivos que nacen de la imaginación y dinamitan todos los puentes tras de sí. El autor tenía como misión convencer a los franceses de que, para evitar una nueva república o la instauración de un gobierno extranjero, era preciso restituir la confianza en los Borbones y juntos acabar con el poder absoluto, dotando a Francia de una monarquía constitucional. Pero la frialdad y la lucidez del periodista político se mezclan de manera imprevisible y conducen a una marea inquietante. En el cesarismo de Napoleón se entrevé el nacimiento de un mito moderno que no es copia de ninguno antiguo: aparece la figura del dictador, y no del tirano. Chateaubriand quiere esbozar un retrato particular, pero termina describiendo en detalle a los dictadores que hemos visto señorear en el siglo XX.
[Traducción: José Ramón Monreal. Prólogo y notas: Cesare Garboli].
Las «Memorias de ultratumba» escritas a lo largo de treinta años abarcan casi un siglo de la historia de Francia. En ellas cabe ver los acontecimientos ocurridos bajo las luces declinantes del antiguo régimen en un castillo de Bretaña todavía feudal, hasta los sucesos que se inician al alba de la era democrática y contemporánea. Las «Memorias de ultratumba» son, sin duda, el poema épico de la modernidad, que va del hundimiento de un mundo al que su héroe pertenece por nacimiento («nací noble… y he aprovechado el azar de mi cuna, he conservado ese firme amor por la libertad que pertenece principalmente a la aristocracia, cuya última hora ha sonado»), al nacimiento de otro que le corresponde por su pensamiento y convicciones («demócrata por naturaleza, aristócrata por las costumbres»), alguien cuyos actos pertenecen a la ciudad antigua y los pensamientos a la nueva («los primeros proceden de mi deber; los segundos de mi naturaleza»).(*CR*)«Me he encontrado entre dos siglos, como la confluencia de dos ríos; me he sumergido en aguas turbulentas, alejándome con pena de la antigua orilla en la que nací, nadando con esperanza hacia una orilla desconocida». Ese lugar social y temporal constituido por la confluencia de dos ríos y localizado entre la pena y la esperanza, desde el que se mira una y otra orilla, es propiamente el de Chateaubriand. Y es también el de su escritura considerada formalmente, tanto porque crea la modernidad romántica francesa, cuanto porque además supera ese mismo movimiento. Baudelaire y Marcel Proust beberán de lleno en él. Punto influyente y equidistante de ambas orillas, que permite continuos paralelismos y simetrías. Lugar inestable circunscrito a una no demarcación histórica y expresiva.
Epopeya extraordinaria de unos tiempos convulsos que François de Chateaubriand vivió como testigo y protagonista, las Memorias de ultratumba son un documento literario atemporal. Melancólico y desengañado, aristócrata que presenció la Revolución Francesa, que viajó a la joven República americana y conoció el esplendor y la falsía del Imperio napoleónico, así como la Restauración, Chateaubriand fue un hombre polifacético, hábil y vehemente, cuyas Memorias?"un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos"?nacieron como confrontación personal con la Historia, como revancha contra el tiempo. Un escritor maravilloso y de culto capaz de construir, como el profesor Fumaroli dice en el prólogo redactado para esta edición, "una reflexión profunda, de una actualidad sobrecogedora y de un alcance universal, sobre la era democrática inaugurada por la Revolución Americana y por la Revolución Francesa, sobre las grandes esperanzas que ella hizo nacer, sobre los peligros que llevaba en germen, y sobre las pruebas insólitas a las que exponía, en su expansión mundial, la libertad y la humanidad misma del hombre."
Epopeya extraordinaria de unos tiempos convulsos que François de Chateaubriand vivió como testigo y protagonista, las Memorias de ultratumba son un documento literario atemporal. Melancólico y desengañado, aristócrata que presenció la Revolución Francesa, que viajó a la joven República americana y conoció el esplendor y la falsía del Imperio napoleónico, así como la Restauración, Chateaubriand fue un hombre polifacético, hábil y vehemente, cuyas Memorias?"un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos"?nacieron como confrontación personal con la Historia, como revancha contra el tiempo. Un escritor maravilloso y de culto capaz de construir, como el profesor Fumaroli dice en el prólogo redactado para esta edición, "una reflexión profunda, de una actualidad sobrecogedora y de un alcance universal, sobre la era democrática inaugurada por la Revolución Americana y por la Revolución Francesa, sobre las grandes esperanzas que ella hizo nacer, sobre los peligros que llevaba en germen, y sobre las pruebas insólitas a las que exponía, en su expansión mundial, la libertad y la humanidad misma del hombre."
Selección y prólogo de Arturo Ramoneda François René de CHATEAUBRIAND (1768-1848) fundió en las MEMORIAS DE ULTRATUMBA lo individual y lo universal, su vida doméstica y su existencia de estadista. Destinadas a ser publicadas después de su muerte, pudo analizar en ellas con entera libertad su compleja trayectoria literaria, sentimental y política, que incluye una decisiva intervención en 1823 en los asuntos de España, y los sucesos más representativos de la agitada historia francesa de la época: la Revolución Francesa, Napoleón y los reinados de Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe de Orleans, en los que tuvo una activa participación. Especial interés tienen, asimismo, las descripciones de sus viajes por América, Inglaterra, Italia, Jerusalén, Berlín, Venecia, Praga y otros muchos lugares. La presente selección de esta cumbre del género memorialístico, a cargo de Arturo Ramoneda, ofrece al lector los hitos más relevantes de una obra en la que la distancia entre las fechas de escritura y las de los acontecimientos relatados permitió a su autor establecer una enriquecedora dialéctica entre la memoria y el tiempo que Marcel Proust tuvo muy en cuenta a la hora de abordar su labor literaria.
Chateaubriand nos ofrece con un humor desafiante o con el furor de un verbo apasionado toda una serie de pensamientos y máximas sobre la vida y las ilusiones, sobre el tiempo que todo lo devora, la libertad, el misterio del poder o de las sociedades democráticas.