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Un Fargo a la española ambientado en Frankfurt
Mascarell es el tipo al que recurres cuando no te queda otra salida. Acostumbrado a moverse por el barrio rojo, las narcosalas y algunos de los tugurios más apestosos de Frankfurt, su fama de resolutivo le ha proporcionado una sólida reputación como detective de casos perdidos. Sin embargo, un mal día se verá obligado a hacer frente a un encargo más extraño de lo habitual y demasiado bien remunerado para ser legal.
Su camino se cruzará con el de Ayla, una adolescente empeñada en averiguar la verdad tras la muerte de su hermano y en esclarecer los turbios asuntos en los que se vio envuelto antes de morir.
La investigación los llevará a rondar algunos de los lugares menos recomendables de la ciudad y los colocará en el punto de mira del Gran Rojo, la organización que habita a la sombra de los rascacielos y que no tiene piedad con quien se inmiscuye en sus negocios.
Cuando esté muerto seré mejor poeta...
Lamentos de un náufrago de la realidad. En el poemario podemos encontrar pequeños caminos, disociados entre sí, pero que en su conjunto moldean una figura homogénea de desesperación y lamentos. Los poemas aquí recogidos suponen la escenificación de un año de vida en la voz de un poeta que huye de sí mismo.
Según el propio autor, cada una de las poesías del libro están preparadas para ser leídas de forma separada al resto, con el objetivo de reflexionar sobre lo que cada una de ellas suscita; y, a poder ser, y a petición de autor, que sus lecturas sean acompañadas de música culta o urbana, indisociables en su creación.
Fernando VII anuló en 1814 la Constitución y toda la labor jurídica de las Cortes de Cádiz. Se restauraba así el régimen absolutista, considerando los historiadores este brusco giro político como un auténtico golpe de Estado. Durante los seis años siguientes (1814-1820) el rey gobernaría apoyado en sus ministros absolutistas, pero la dirección del país estaba en realidad en manos de los allegados del rey, la llamada camarilla: aristócratas, clérigos y demás consejeros reaccionarios. La corte fernandista supone para Galdós el apogeo del favoritismo y la mezquindad. Los cortesanos, encerrados en el palacio, ignoran realmente lo que sucede en el país. Dice Galdós que aquella comparsa, siendo abominable y grotesca, ni siquiera supo hacer el mal con talento.