La autora nos acompaña en el camino de repensar el papel de una comunicación hecha para generar relaciones. Algunos pasajes me llamaron especialmente la atención. El primero se refiere al sentido del límite en una época que presume su inexistencia; como si la tecnología legitimara todo lo que está más allá. Una gran tentación. Una falsa verdad. El segundo se refiere al falso dilema entre identidad y alteridad. Como si realmente tuviéramos que, para ser nosotros mismos, negar a los demás, y no exactamente lo contrario: redescubrirnos reflejándonos en el otro. El tercero se refiere a la importancia de las palabras, al uso que hacemos de ellas distorsionando su significado y convirtiendo así la comunicación en malentendido, la memoria en olvido. Pero el verdadero centro de este ensayo reside en la refutación del paradigma tecnocrático como fórmula de felicidad, y en la crítica a la teoría económica que reduce toda relación a una transac- ción, todo encuentro a la medición de la capacidad recíproca de consumo, todo diálogo a un monólogo, todo silencio a un vacío en lugar de a una plenitud, todo tiempo dedicado a la escucha a un tiempo perdido en lugar de ganado, todo diálogo a un riesgo a evitar.
Paolo Ruffini

A la luz de los fenómenos sociales más recientes y del debate contemporáneo sobre la comunicación, este libro quiere responder a dos grandes objetivos: identificar el vínculo existente entre comunicación y relación social, y evidenciar aquellos elementos que se podrían considerar originales dentro del pensamiento de Pierpaolo Donati, en cuanto que abren nuevas pistas para repensar la acción comunicativa. Propone comprender la comunicación como una relación compleja en la que se establece un nexo entre los sujetos, la naturaleza y las estructuras sociales; subraya la importancia de la reflexividad en los sujetos de la comunicación y su rol en los procesos de morfogénesis del social; evidencia que la mirada relacional puede ofrecer elementos para dar vida a narrativas alternativas a las narrativas dialécticas o polarizantes que dominan el escenario comunicativo actual; y propone medir la calidad de la comunicación, no tanto por sus efectos o su impacto, sino por su capacidad de producir bienes relacionales. El volumen contiene propuestas osadas ya que en su último capítulo penetra en un territorio de frontera que, en torno a la categoría de relación, ve en diálogo las ciencias de la comunicación con la sociología y la teología.