El norte de Francia es historia y exotismo para el viajero, desde las icónicas playas de Normandía, pasando por el Mont-Saint Michel, el Loira y sus pintorescos castillos o los fascinantes y remotos bosques de los Vosgos. Pero si algo destaca sobre todo lo demás es París, la ciudad del amor, un lugar mágico donde disfrutar de algunos de los monumentos más importantes del mundo, un tranquilo paseo por el Sena o dejarse llevar por el bullicio de una gran ciudad y su oferta cultural.

En esta guía recorremos las localidades y destinos más importantes de Bretaña, Normandía, Île-de-France, Hauts-de-France, Grand Est, Borgoña-Franco Condado, Pays de la Loire y Centro-Valle del Loira.

Siempre acompañada de las informaciones prácticas para que el viajero encuentre respuesta y planifique con garantías su viaje, al igual que un contexto socio-cultural que permitirá entender y disfrutar mucho mejor del destino. Al final de la guía hay una selección de hoteles y restaurantes de las distintas localidades reseñadas.

En esta guía, se encontrarán todos los consejos necesarios para sacar el máximo partido al norte de Francia.

En las últimas décadas, Jaén, la ciudad del Santo Reino, ha sufrido un amplia modernización, con un gran crecimiento de su tejido urbano y de nuevas vías de comunicación. Esta circunstancia, que ha supuesto su completa transformación, ha respetado, sin embargo, en líneas generales, los grandes trazos de la ciudad histórica. Su pormenorizada visita es el preludio para acercarse a las dos ciudades Patrimonio de la Humanidad que atesora su provincia: Úbeda y Baeza. En el apartado de excursiones se dirige al viajero, por diversas rutas, a través de un desconocido paraíso, ya que Jaén cuenta con la mayor superficie de espacios naturales protegidos de España. La guía incluye planos de las ciudades mencionadas y un mapa de carreteras provincial, así como un detallado capítulo con informaciones prácticas.

Durante el siglo XVIII la naciente ciencia alcanza la mayoría de edad. En toda Europa proliferan academias que por primera vez profesionalizan el estudio de la naturaleza. Incluso las universidades abandonan poco a poco sus reticencias. La física, la astronomía o la historia natural se ponen de moda: las clases ociosas de la sociedad las promocionan y cultivan como afición. Entre tanto, se inicia un proceso de secularización y los filósofos entran con frecuencia en conflicto con los teólogos. Los hombres de ciencia, que están en trance de lograr plena independencia, reivindican su autonomía y con frecuencia desconfían del radicalismo de los ideólogos, lo cual no significa que se muestren indiferentes a las grandes preguntas de la existencia. En este volumen se expone la cosmovisión sustentada por los más destacados investigadores de la época.