Santa Teresita de Lisieux nos relata en su autobiografía, que en un momento crítico de su vida se encuentra con la belleza y la sonrisa de María y su vida se transforma para siempre. Este libro presenta quince experiencias de la vida de María, la madre de Jesús, que se corresponden con etapas esenciales de nuestro desarrollo humano y espiritual, para entablar un diálogo entrañable con ella y encontrarnos, en algún momento y para siempre, con su belleza y sonrisa. Vía, porque el camino se nos presenta como metáfora de la existencia humana que nos urge a ponernos en marcha. Y Matris, porque la madre aparece como el arquetipo más auténtico del amor entregado, con antecedentes a lo largo de la Sagrada Escritura, y que culmina en la Virgen María. Ella vivirá una profunda transformación para pasar de un amor concreto y muy intenso a su hijo, a convertirse en la madre de todos nosotros.

Este Vía Lucis es una invitación a vivir y profundizar, a través de los relatos evangélicos, en el camino de vida y libertad que transcurre desde la Pascua de Resurrección hasta Pentecostés. Solo partiendo de la resurrección de Jesús podemos confiar en la nuestra y en la de nuestros seres queridos. Nuestra esperanza es que un día Jesús, según su promesa, nos conduzca a donde él se encuentra. ¿De qué serviría la más bella historia ?como la de Jesús?, si no fuera cierta la buena nueva de que la muerte no tiene la última palabra? Creer y vivir en la resurrección a veces resulta difícil, pero podemos tener como seguro que el amor de Jesús que nos ha acompañado durante la vida, nos llevará con él hasta el seno del Padre.

Lo que sucede al seguir la jornada monástica durante unos días es difícil de explicar. Hay que vivirlo. No obstante, después de repetir varias veces esta experiencia, me propongo abrir una pequeña hendidura en los sólidos muros de la vida cotidiana de un monasterio para que juntos podamos asomarnos a ella. ¡Mirad, asomaos! Para avanzar por el estrecho pasadizo que hemos abierto necesitamos realizar un proceso de «decrecimiento» cuya meta es la simplicidad. Esta transformación se inicia con una gran paradoja, para «quitar» comenzamos «añadiendo»: reflexión, profundidad, estudio… Desde aquí puedo oír vuestras quejas ¿acaso son necesarias más palabras, ideas, para parar? La respuesta la podemos encontrar en el diálogo de un antiguo maestro con su discípulo.

La novedad de esta «propuesta meditativa» del Vía Crucis reside en cuanto se recoge en el apartado titulado: Textos y sugerencias. Pensamos que el Vía Crucis puede ser un sugerente itinerario de reflexión y acción para encuentros cuaresmales, ejercicios espirituales y convivencias parroquiales con participación de una amplia gama de edades; con un mismo punto de partida, son muchas las posibilidades de reflexión.

Dios, con su Palabra, nos enseña la ciencia de la cruz: «El lenguaje de la cruz es, ciertamente, un absurdo para los que van por senderos de perdición, mas para nosotros, que estamos en camino de salvación, es poder de Dios» (1 Cor 1,18). El camino de la cruz desgrana ante nosotros una pedagogía ascendente que comienza en el tribunal del procurador romano y culmina en las manos del Padre.