Esta obra tiene su origen en la preocupación de su autor por un hecho ocurrido a comienzos de la transición: ciertas figuras, provenientes del franquismo y que ocupaban posiciones clave en el primer Gobierno de UCD, dieron orden de quemar la práctica totalidad de la documentación conservada en archivos policiales de la Guardia Civil y de otros organismos que habían asumido la represión dictatorial. Se dificultó así que los historiadores pudieran conocer la dialéctica real que se desplegó entre quienes sostuvieron el franquismo y quienes hicimos inevitable, a la muerte de Franco, la asunción de una democracia inspirada en modelos europeos. El autor de este libro, que había militado desde que era un joven universitario en la oposición democrática al franquismo y sufrido diversas sanciones, consideró un deber moral reconstruir la verdad histórica que había vivido. Se escribió, pues, esta obra para revelar los hechos que asentaron la reconciliación de las dos Españas, con base en la voluminosa documentación conservada por el autor y en la consulta de diversos archivos de opositores a la dictadura, fuentes a las que se suma un detallado repaso de la prensa nacional y extranjera de aquel periodo. Así, tras cerca de diez años de trabajo meticuloso, el fruto es esta historia de la conquista de la transición, en donde todo lo escrito se apoya, no solo en lo vivido por el autor, sino especialmente en escritos que sobrevivieron a la quema. La narración termina con el inicio del proceso constituyente, que desembocaría en la Constitución de 1978.

Este libro recupera para el lector una selección de artículos y textos, de entre los que han conservado mayor interés para los especialistas en Derecho constitucional, que están ordenados por razón de su temática. Lo más singular de esta recopilación es la incorporación de un interesantísimo trabajo inédito que, bajo su dirección, el profesor Alzaga redactó en 1974 junto con otros cuatro juristas comprometidos con la oposición democrática, para exponer detalladamente y con formato de anteproyecto de Ley Electoral las garantías que consideraban indispensables para que la oposición pudiera aceptar participar en unas elecciones verdaderamente libres y competitivas. El encargo se materializó a través del director del Instituto de Estudios Administrativos. La práctica totalidad de las rigurosas garantías fueron recogidas en lo esencial por el articulado del Decreto-Ley de 18 de marzo de 1977 sobre normas electorales, que rigió las elecciones de 15 de junio de 1977, a las que concurrieron los partidos políticos que habían permanecido en la clandestinidad. Se incluyen también algunos de los primeros trabajos del autor, que son un buen exponente de las preocupaciones de un joven profesor de Derecho político en años oscuros en que en el mundo universitario se suman esfuerzos por avanzar hacia un auténtico Estado de Derecho, fundamentado en el respeto hacia los derechos inviolables de todas las personas y en la paz social. La mayoría de los escritos seleccionados de la etapa de madurez del profesor Alzaga versan bien sobre cuestiones complejas o delicadas de nuestro equilibrio institucional, bien sobre aquellos problemas constitucionales que por su importancia o dificultad han sido acreedores de particular atención por parte del autor. Según es tradición en el género de los libros recopilatorios de un autor de edad avanzada, naturalmente en la selección prima en definitiva lo que se juzga que puede ser más interesante para el lector especialista en la materia, al que se quiere facilitar la consulta de los materiales reunidos.

Bien puede decirse de este libro que es todo un clásico. Escrito por el autor a la par que trabajaba en el proceso constituyente, vio la luz en diciembre de 1978 y se agotó en pocos meses. Cerca de medio siglo después sigue siendo el único exponente del género de los comentarios sistemáticos surgido respecto de nuestra Lex Superior de la pluma de un solo constitucionalista. Es una glosa rigurosa y pausada de nuestra extensa y compleja Constitución de 1978, escrita cuando se encontraba aún muy próximo el eco de los debates parlamentarios, por lo que sus páginas revelan los enfoques que unas y otras fuerzas políticas habían aportado al esfuerzo constituyente. Esta obra es un testimonio de cómo el autor, entonces joven catedrático de Derecho político, procura diseccionar con la mayor objetividad posible la nueva Ley de leyes, ante los ojos de los profesionales del Derecho, pero sin ocultar en ningún momento las convicciones que habían presidido su compromiso político en la oposición al franquismo y su presencia en UCD y en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados. Todas las páginas conservan lozanía e interés, tanto por ser expresión del nivel técnico-jurídico y del entusiasmo que acompañó al debate constituyente, como por percibirse en sus intersticios preocupaciones y reservas sobre consensos incompletos, que motivaron optar por soluciones factibles, pero no siempre óptimas. Cuando han transcurrido varias décadas y se ha incrementado el interés por estudiar posibles reformas parciales de nuestra Carta Magna o avanzar en nuevas interpretaciones, el jurista encontrará en este grueso libro puntos de arranque o de anclaje para sus reflexiones de presente.