978-84-947647-7-6
Destruyamos las máquinas
Samuel Butler
Editorial: Ediciones el Salmón Fecha de publicación: 15/03/2019 Páginas: 105Formato: Rústica
¿Cómo hablar sobre el pasado cuando ese mismo gesto está siendo cooptado y desactivado por el poder? Este ensayo sigue un hilo rojo en la cultura visual contemporánea para descubrir ciertas obras que subvierten las reglas impuestas por la llamada cultura de la Transición para referirse al pasado. En ellas se cifra la " Poética de la ausencia " : son obras subjetivas, inconclusas, abiertas e híbridas, entre la fotografía y el cine documental, que utilizan técnicas radicales de montaje y de reapropiación para desestabilizar la idea de que el pasado se puede recuperar de manera inofensiva.
Esta obra clásica de Toshihiko Izutsu, profesor honorario en la universidad japonesa de Keio, ha tenido con el tiempo una decisiva influencia en todas las investigaciones posteriores sobre Ibn ;Arabî y el sufismo, y ha significado también una perspectiva nueva en los estudios comparativos de filosofía y misticismo. Su principal propósito es establecer un símil estructural entre la cosmovisión sufí, representada por Ibn ;Arabî, y la taoísta, representada por Laozi y Zhuangzi. Para ello, Izutsu centra todo su esfuerzo en aclarar profundamente la estructura fundamental de cada uno de estos dos sistemas filosóficos, sin establecer parecidos ni diferencias, sino estudiándolos independientemente, antes de proceder a su análisis comparativo. Por tanto, la primera parte del ensayo estará enteramente dedicada a esclarecer los principales conceptos ontológicos en que se basa la doctrina de Ibn ;Arabî, cuyos ejes principales son lo Absoluto y el Hombre Perfecto. En la segunda, a través de su riguroso examen del sufismo y el taoísmo, Izutsu inaugura una visión más amplia de la filosofía oriental, un «diálogo metahistórico» entre diferentes sistemas filosóficos que, sin tener una conexión directa, esconden preocupaciones metafísicas comunes.
La historia de las ideas morales y políticas tiene en Isaiah Berlin tal vez a su máximo representante en el siglo XX. Tras una época dedicada al estudio de la teoría del conocimiento y de la filosofía social, Berlín realizó aportaciones fundamentales en el campo de la filosofía de la política y de la ética. Este es, sin duda, el mejor resumen del legado del autor a nuestro saber moral y político y a la comprensión de nosotros mismos como agentes de la civilización moderna.
El ser humano es un animal que añora. De las muchas formas en las que podríamos concretar la vivencia de una ausencia o de una falta, la nostalgia se destaca como una experiencia enormemente singular. De pocas emociones, tal vez de ninguna otra, conocemos la fecha exacta de su cuño. En el caso de la nostalgia sabemos que fue en 1688 cuando Johannes Hofer, un médico suizo, alumbró el término con el que desde entonces no hemos dejado de nombrar una singular manera de ejercer la memoria, la ficción y el olvido. Desde la Grecia antigua hasta nuestros días la añoranza nostálgica, incluso sin palabra, no ha dejado de hacerse presente. Sin embargo, es a finales del siglo XX cuando la cultura occidental comenzó a cobrar una impronta esencialmente memorativa hasta prescindir, ya en el nuevo siglo, de los dispositivos mnemotécnicos habituales (los monumentos, las placas, las ruinas) para convertir cualquier cosa en objeto de la memoria. Como se intuye tras el subtítulo de este volumen, la condena de la memoria parece sugerir no sólo el sacrificio de nuestra historia, sino el dolor o el daño que nos impone toda forma de recuerdo. A fin de cuentas, no hay nada más moderno que la nostalgia porque no hay nada más antiguo que el futuro.
Desde pequeños nos trasmiten una forma de situarnos en el espacio: la naturaleza puede considerarse el lugar de aventuras épicas o el escenario del aburrimiento absoluto; puede ser un lugar para huir de la vida urbana, pero también algo peligroso que evitar. La naturaleza se ha ido convirtiendo en un objeto de adoración, pero el ecologismo no requiere del culto: la principal razón por la que se promueve el cuidado del medioambiente es egoísta. La humanidad maneja la naturaleza a su antojo: ha creado una planta electrónica a la que cuidar como un Tamagotchi, vende islas artificiales con la forma de los continentes y sus países y en Nueva York ya existe también el Lowline, el primer parque subterráneo del mundo.
La obra se sitúa en las primeras polémicas entre dos campos de la socialdemocracia europea de principios del siglo xx: revisionismo versus marxismo. Luxemburg desgrana, paso a paso, cada uno de los postulados del revisionismo de Bernstein, quien defiende la vía del reformismo como única vía para alcanzar el socialismo, desechando para este fin cualquier estrategia revolucionaria o perspectiva de toma del poder político por parte de la clase trabajadora.
El autor analiza el espíritu de nuestro tiempo y expresa las sensaciones del individuo y las distintas causas de un sinsabor continuado. Las claves vienen dadas por la experiencia estética, la expresión del puro lenguaje de las sensaciones, la ironía y la extravagancia, el gusto por lo elevado, la búsqueda de la realidad intelectual, lo místico, la oficina sin escapatoria.
Nadie mejor que Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) resume la cultura y el espíritu alemán, pese a no ser, a su vez, este gran hombre de letras y científico, alguien especialmente resumible, sino todo lo contrario. El Goethe de Georg Simmel, que ahora presentamos por vez primera en España, fue publicado originalmente en 1913 y no es una biografía al uso ni un mero estudio más o menos detallado de su obra, sino un ensayo de interpretación del sentido trascendente de la vida de Goethe y de su visión del mundo. Simmel, el filósofo y el sociólogo, nos ofrece en esta obra, profundamente vitalista, una rigurosa, sugerente e incitante «idea» de Goethe, que nos ayuda a comprender, en toda su rica complejidad no solo a Goethe sino al propio Simmel y a la filosofía de su tiempo y circunstancia.
Georg Simmel (Berlín, 1858-Estrasburgo, 1918) fue hombre de múltiples saberes, abarcando los campos de la filosofía, la historia, la sociología y las ciencias sociales en general. Filósofo no sistemático, su postura representa una especie de neo-kantismo relativista, de raíz vitalista, que tuvo un amplio predicamento en la Europa de final del siglo?XIX y principios del XX. Fue amigo de escritores como Rainer Maria Rilke y Stephan George, y también de filósofos como Max Weber, Edmund Husserl y Ortega y Gasset, de quien fue profesor durante la estancia de éste en Alemania. Entre sus obras, destacan Schopenhauer y Nietzsche, Problemas fundamentales de la Filosofía y Diagnóstico de la tragedia de la cultura moderna, todos publicados en la Biblioteca Filosófica de Espuela de Plata. Tan amplia y variada es su obra, que en realidad no hay dominio ?sociedad, economía, religión, arte, moda, moral, filosofía? que no deba a Simmel la indagación de su perfil huidizo o de su intrincada estructura.