La apariencia de que el agua es mercancía oculta una violencia extraeconómica de expropiación forzada a la nación y a las comunidades locales, una acumulación originaria de capital que está ocurriendo en las postrimerías del capitalismo. Se trata del disfraz de un acto político que busca someter al despojado mediante procedimientos que aparentan que la equidad económica mercantil permite garantizar el servicio hídrico y promover la libertad y el progreso.

Desde los años treinta del siglo XX los científicos sociales han analizado los fenómenos característicos del capitalismo contemporáneo pero nunca han logrado dar razón unitaria del conjunto, y menos desde las necesidades de la producción material capitalista. El concepto de subsunción real del consumo bajo el capital permite esta comprensión porque continúa la crítica de la economía política de Marx mediante la investigación de la extensión del sometimiento de la producción hasta incluir orgánicamente la esfera del consumo