Estado Alterado» propone un análisis de lo que ha venido en llamarse “generación química” o “Cultura del éxtasis”, que, con su auge en la década de 1990 ha tenido un impacto popular reflejado en todos los órdenes de la cultura, especialmente en la música. Pero es sobre todo un fenómeno social, que abarca desde exquisitos experimentadores en música y drogas hasta altas figuras del mundo de los negocios, pasando por jovencitos discotequeros de fin de semana, nómadas neohippies, seguidores de nuevas espiritualidades y rabiosos hooligans.

Su ámbito de acción no se limita al mundo anglosajón, sino que se ha extendido por todo el mundo, y en él Ibiza no es menos importante que Londres o Nueva York. El libro ha vendido 35.000 ejemplares en el Reino Unido y ha sido traducido a varias lenguas, entre ellas el italiano, el alemán, el chino y el coreano.

Mathew Collin es periodista y ha escrito sobre cultura popular, viajes, música, tecnología y drogas en distintos periódicos y publicaciones del Reino Unido. Autor de Estado Alterado (1997), que enseguida se convirtió en un texto esencial sobre la cultura del éxtasis y de la música house, fue corresponsal de The Face en Belgrado, y de sus experiencias surgiría su siguiente libro, This Is Serbia Calling (2001). John Godfrey, que colaboró en el proyecto y en la investigación de este libro, ha sido editor de The Face y de i-D, y productor del programa Eurotrash de Channel 4.

Alcohol, café, tabaco, entre las permitidas; cannabis, cocaína, éxtasis, entre las prohibidas: es difícil imaginar sustancias más ubicuas, y más ligadas al carácter de las culturas. De un modo u otro, los «intoxicantes» siempre han estado aquí, y desde que el hombre es hombre han intervenido en ritos y ceremonias religiosas, han fijado vínculos de cohesión social, han aliviado periodos de penuria, han abierto puertas a la percepción y, por supuesto, han animado los fines de semana. Este libro lúcido y audaz es una invitación a conocer qué y cómo actúan esas sustancias, cómo las ven quienes las consumen y quienes no, y de qué manera el «cuarto impulso» que nos hace buscarlas ha ido quedando históricamente bajo la tutela de la religión, la moral, el arte, la medicina y, finalmente, la ley.