Edición de Esteban Pujals.
George Gordon Byron, Lord Byron, una de las figuras más prominentes del Romanticismo, nació en Londres en 1788. En 1809 es recibido en la Cámara de los Lores y ya entonces estaba abrumado por las penurias económicas. La aureola de aventura byroniana no cesaba de crecer, consecuencia de sus extravagancias y gallardías. Todo había influido en la formación de un carácter legendario que engrandecía su personalidad de poeta romántico, convirtiéndole en el ídolo de la sociedad londinense y en un auténtico dandy . Admirado como un héroe, piensa en viajar a América para unirse a Bolívar en sus luchas independientes, pero acaba marchándose a Grecia, en 1823, para ayudar a los insurrectos griegos, donde a punto estuvo de convertirse en teniente general cuando muere, en Missolonghi (1824), abatido por las fiebres, a la edad de treinta y seis años. Mazeppa (1819) es un poema de 869 versos de ocho sílabas, organizados en pareados y pies cruzados, y presenta la soltura estilística de Byron. Dispuesto en forma de cuento, es directo y rápido, económico en sus degresiones, que son muy adecuadas, y destacan en el relato una madura comprensión de la vida y la ironía a la que se prestan no pocas de las circunstancias cotidianas.

«En su aleteo sobre un polígono industrial, un ángel avista una silla roja, desarbolada, que destella en la grisura del extrarradio urbano y cuya chillona presencia exaltaría la desolación del paraje si no fuera por la bulliciosa irrupción de unas meretrices expulsadas de la ciudad, desterradas del ámbito jurisdiccional reservado para el decoro, encabezadas por una mujer que se ha unido —porque quiso— a la procesión, una mujer distinta, «mujer pública inmortal / prostituta divina, eterna moza», la Señora, quien a lo largo de la velada tendrá sus más y sus menos con un mancebo.
Sirviéndose de excusa narrativa tan insólita y poco inocente, deslizando el foco sobre el grupo de prostitutas, la Señora, el mancebo, unos basureros que hacen la recogida nocturna o la silla roja, alternando perspectivas que discurren entre lo divino y lo humano y el miserable asiento y abren paso a una pluralidad de sentidos o a un escurridizo sinsentido lleno de significados y vencejos, cornejas, petirrojos y golondrinas, Domingo Caballero nos ofrece en Una silla roja un texto donde los juegos de lenguaje, las recurrencias fónicas y léxicas, el ritmo, las alusiones mitológicas, los hallazgos expresivos, las observaciones agudas, el humor, el absurdo y un virtuoso manejo de recursos literarios dan cuerpo a un extenso poema que constituye una propuesta gozosa, original e irreverente, una afortunada vuelta de tuerca en esa poética singular que ha venido caracterizando sus obras anteriores.»
Miguel Rodríguez Muñoz

Imaginemos un mundo en el que sólo hay dos vasijas de 5 y 7 litros de capacidad, un grifo siempre abierto y un desagüe. Necesitamos que en una vasija haya exactamente 4 litros de agua.
Los lenguajes formales son un instrumento para describir con precisión el mundo. Pero también pueden utilizarse para representar los cambios que acaecen, para prever las consecuencias de las acciones y para resolver problemas.
Esta obra estudia el problema planteado y construye un lenguaje formal que representa el mundo de las vasijas, prevé sus cambio y resuelve el problema planteado.

2ª edición.
¿Qué es un turista?
...un enemigo, un narcotraficante, una gamba que va a alojarse en esa colmena construida en primera línea de la costa, un ciclista que me va a tener a su cola y me va a enseñar el culo, un hooligan, que va estrellar su coche de alquiler contra mi comercio, un cerdo millonario que compra la casa de campo de mis sueños para venir a pasar dos meses al año, un artistilla bien relacionado que incrusta en nuestro suelo unas esculturas deplorables y encima cobra...

Un grupo de defensores de lo rústico siembra el terror: atentan contra empresas de coches de alquiler y planean secuestrar un avión charter y estrellarlo en el pueblo turístico de Magalluf. La isla que vive del turismo se rebela contra su destino. Nofre Pou, un redactor de sucesos impotente sin más consuelo que su videoteca particular, va dibujando en un gran lienzo la Mallorca de nuestros días. Pero hay más: Un turista, un muerto es también una novela urbana y sentimental sobre Palma de Mallorca. Humor negro, cinefilia y un maratón de sucesos (¿reales, ficticios?) convertidos en un original tratado del crimen.

• Román Piña Valls (Palma, 1966), es licenciado en filología clásica y trabaja actualmente (1999) en un instituto de bachillerato impartiendo clases de griego. Ha colaborado en prensa ejerciendo crítica literaria, musical y como articulista de opinión. Codirige la colección de poesía La Bolsa de Pipas, de la editorial Monograma de Palma. Ha publicado un poemario: Gomila Park.

La pérdida de los lugares que una vez ocupamos y sentimos como nuestros; la merma de identidad que acarrea esa pérdida, registro del no-lugar desde la no-persona; el rescate, en resumen, de una memoria no sustanciada en los propios recuerdos, sino en las reminiscencias de otro –un otro que fuimos–, y que pervive en imágenes tomadas sin énfasis, como al azar, y en diálogos intrascendentes. De todo ello habla Un buzo en el bosque con ánimo no de enseñanza, sino, si acaso, de expiación. La de su anónimo protagonista, que emprende un viaje hacia atrás, hacia su infancia y su primera juventud, para darse la oportunidad de saber –conocimiento imposible, tarea enervante– por qué en todo lugar y ocasión se percibe a sí mismo «fuera de sitio». Fuera, sobre todo, de Alrevesura, el territorio de sus primeros años. Y ahora, ya maduro, amante de los lugares que no aparecen en los mapas, que excluyen la conciencia del nosotros. Donde las decisiones nunca se proyectan hacia delante.

Escrita en una prosa introspectiva y precisa, polifónica, por momentos devastadora, esta novela nos sitúa en la órbita de una mente que se explora sin concederse descanso y que se atosiga preguntándose continuamente, no dónde estaba, sino cómo ha llegado a donde ahora tropieza. Y no sólo ella; también el resto de las voces que pueblan la narración, que constituye el debut de Jaime Priede en el medio fondo novelístico: América, la maestra franquista que ama a los niños; Juan, el abuelo que estuvo en Cuba; Díez, el que siempre las llevaba en el patio; Ángela, la gótica camarera…

¿Y tú? ¿Qué ha sido de ti? ¿Aún sigues en el bosque?

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Jaime Priede nació en Sama de Langreo, Asturias, en 1965. Se licenció en Filología Española por la Universidad de Oviedo en 1989. Trabajó como repartidor de publicidad, mensajero y vigilante nocturno en una depuradora. Actualmente es profesor de Lengua y Literatura Española en el Instituto Ramón Menéndez Pidal de Avilés.

Es autor del libro de poesía El coleccionista de tarjetas postales (Deva, 2000) y del libro de ensayos Dejad que baile el forastero (Bartleby, 2004). Ha realizado ediciones bilingües de autores como John Berger, Raymond Carver, Tess Gallagher, Anne Michaels, Allen Ginsberg, Edgar Allan Poe, Hart Crane, Robert Hass, C. K. Williams, Edgar Lee Masters y Mary Jo Bang. Ha colaborado en el suplemento cultural del extinto diario ovetense La Voz de Asturias y en El País. Asimismo, ha realizado crítica literaria en las revistas Lateral, Letra Internacional, Cuadernos Hispanoamericanos, Ínsula, Clarín y Quimera.

Esta pequeña joya literaria cuenta la historia de lo que ocurrió depués de que el muchacho del cuento de Andersen señalara al Rey y dijera que estaba desnudo. El crío fue recluido en un reformatorio y su padre enviado a la cárcel. El padre escribe unas cartas a su hijo en las que trata de formarle... en el cinismo propio de los ricos.
Como indica en su epílogo Julio Anguita, el lector se habrá sentido atraído por "el ritmo expositivo y la pedagogía exhibida en los ejemplos, dibujos o historias que acompañan el relato... Pero pronto descubre que en este libro hay toda una reflexión que Sócrates hubiera firmado".

Una terapia alternativa efectiva para tratar enfermedades comunes y molestias cotidianas, práctica y de fácil aprendizaje.
Iustrado con casi 800 imágenes a todo colo, se refiere a una teintena de enefermedades y moletias comunes que pueden ser tratas con el masaje de los pies: miraña, rinitis alérgica, faringitis, estreñimiento, diarrea, dispepsia, acné, ansiedad, tabaquismo, fatiga y debilidad, palpitaciones...