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«El camino al que se refieren las notas que forman este libro es por supuesto el que atraviesa y enlaza los paisajes de la tierra. Es también, algunas veces, el del sueño, y a menudo el de la memoria, la mía y también la memoria colectiva, a veces la más lejana: la historia, y por eso es también el de la lectura y el del arte». (Julien Gracq).
• "A lo largo del camino es, cómo no, una buena introducción al planeta Gracq, un planeta unas veces negro y otras azul, de un azul limpio, con volcanes wagnerianos y una sensibilidad, por no decir una sexualidad, a flor de piel." (Joan de Sagarra, La Vanguardia).
"La última pluma del siglo XX." (Félix de Azúa, El Periódico).
"Gracq es un autor con un gusto decidido por el clasicismo, por el gran estilo, por la solemnidad y la gran dicción." (Miguel Sánchez-Ostiz, ABC).
"Graq ha desempeñado el papel de faro y de imaginario jefe de la renovación de las tendencias narrativas." (Enrique Vila-Matas, El País).
"Gracq es uno de los escritores franceses más llenos de sensibilidad, es decir: con los sentidos más activos. El mundo existe para él, ciertamente, y podría decirse que su obra es un buen testimonio de ello." (Juan Malpartida, Letras Libres).
"A lo largo del camino embelesa y hace la lectura elástica, intemporal, feliz." (José Luis de Juan, Diario de Mallorca).
“El escritor examina sin urgencias las vastas topografías que la vida ora amortiguada, ora impaciente de los lugares entrega a su contemplación. Pero también desfilan un reguero de hechos históricos exorbitantes (guerras, revoluciones), experiencias en ciudades que dejaron su marca indeleble (Londres, Amsterdam), lecturas que moldearon el pulso singular del estilo gracquiano (Chateaubriand, Baudelaire, Stendhal, Breton, Proust, Morand). Y es en esta confluencia de la geografía, la historia y la literatura donde las páginas de este libro descubren su camino más luminoso y permanente”.
(Antonio Oviedo, La Voz del Interior [Argentina]).
• Julien Gracq (Saint-Florent-le-Vieil, 1910 - Angers, 2007) fue catedrático de geografía e historia, pero siempre sintió preferencia por la educación secundaria, que ejerció en diferentes institutos de provincia. Su polémico ensayo "La littérature à l’estomac "(1950) anunciaba ya su rechazo a los convencionalismos. En 1951 obtuvo el premio Goncourt por "A la orilla de las Sirtes".