978-84-945153-1-6
Cartas llegadas de Europa
Carlos Sánchez Granel
Editorial: Tropo Año: 2016 Páginas: 234Formato: Rústica
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• ILUSTRACIONES: Bella Moreno.
• TRADUCCIÓN Y EPÍLOGO: Juan Bonilla.
El escritor escocés Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850 - Samoa, 1894) alcanzó una de las cimas universales de la literatura a través de novelas, poemas y escritos —La isla del tesoro, Catriona, El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, En los mares del Sur, El Señor de Ballantrae, etcétera— impregnados siempre de un vigor maravilloso, un conocimiento exacto de la escritura y el idioma, y un inquebrantable espíritu aventurero.
Olalla, rara pieza de misterio publicada originalmente junto a otras narraciones en 1887, es un ejemplo perfecto del fabuloso estilo con que Stevenson cuenta una historia, y del no menos fabuloso goce que siempre provoca en el admirado lector.
• ILUSTRACIONES: Manolo Cuervo.
• TRADUCTOR: Antonio Rivero Taravillo.
Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), autor de la tan extensa como universal Moby Dick, escribió así mismo obras de menor envergadura pero no menor calidad (caso de Benito Cereno, Billy Budd o diversos relatos breves, por ejemplo), en las que quiso y logró zafarse del cierto trascendetalismo y complicado estilo de su gran novela.
Bartleby el escribiente, publicado en prensa en 1853 y junto a otros cuentos en 1856, está considerado en la actualidad una de esas «pequeñas joyas» melvilleanas, acaso tanto por la extraña curiosidad de la historia como por el moderno y radical aislamiento de su protagonista.
El arte inútil reúne (de Giotto o Quevedo a Heidegger o Bacon, de Vermeer o Sade a Chagall o Pessoa, de Arcimboldo, Goethe o Velázquez a Borges, Hopper o Rivera) más de treinta estampas breves con que trazar la caducidad inevitable de toda estética, a través de una prosa brillante y estremecida que nos pasea no sin lúcida malicia por un pulado de vidas, épocas y paisajes —luces y sombras— de la cultura.
Un cine febril no sÓlo nos adentra en el universo de Herzog a través de un minucioso análisis textual de la que fuera película de referencia de la modernidad cinematográfica, sino que parte de ahí para ofrecernos —desde la teoría pero también desde la vivencia, con una mirada entusiasta pero también arriesgada y llena de ironía— la posibilidad de otro disfrute y entendimiento del cine y su historia.
«Algunos días pasan
y fueron oro en nuestras manos.
Nadie mejor que vosotros podrá
distinguirlos, bañados de sol y tempura,
en los acantilados del recuerdo,
donde están los buscadores,
los que dejaron pudrir sus ropas
mientras soñaban ser ricos.
Yo viví algunos de aquellos,
y con estúpida voluntad
me sacudí los muertos y los vivos [...]»
Nataniel Eden, campeón de tenis interestelar además de experto cazador de hombres-libro y enérgico amante, pasea su eterna adolescencia por un desquiciado mundo futuro —quién sabe si próximo o lejano— regido por la Máquina y donde los seres humanos han pasado a ser derivantes... Sencillo punto de partida para un disparate cósmico en forma de novela ágil y divertida, tan plena de imaginación como de emocionadas referencias vitales y culturales de este o aquel tiempo.
Escritor, periodista y crítico, José María Bernáldez supone uno de los mejores y más precisos artífices del neuvo periodismo cultural que nace en la España de la Transición, además de representar nítidamente la dedicación y el amor a la literatura —la cultura en general— de todo tiempo y condición, pero siempre inseparable del compromiso con la libertad y el humanismo.
A través de las páginas de La niña mala soy yo, se suceden autores, libros, políticos, estrenos cinematográficos y teatrales, paisajes y afectos, críticas y sentimientos, hasta otorgarnos una imagen suculenta y directa de la España contemporánea, la riqueza del arte y la literatura, y las formas personales de un magisterio tan vital como profesional.