Contiene este tomo un conjunto de apéndices de contenido variado que aportan información básica al texto principal sin quebrar la continuidad del análisis y del relato históricos base del estudio. Carece Benicarló, salvo alguna modesta excepción, de una elemental base estadística. Aquí se ha dado cabida a una detallada estadística demográfica complementaria del estudio desarrollado en el tomo I. Asimismo carece Benicarló de un mínimo repertorio biográfico de personajes locales. Es un entorno en el que la memoria histórica local carece de contenido. De unas pocas personas —a nivel histórico, que puede ser reciente— se recuerda el nombre; de otras muchas, ni siquiera el nombre. El centenar de biografías aquí contenidas, junto con la relación de personas integrantes del consistorio local —consell o ayuntamiento— o que han accedido a cargos políticos en los distintos niveles de la administración, vienen a cubrir el aparente olvido de la población local en el estudio. Como es natural, otros apéndices incorporan fuentes documentales a las que acudirá, sin duda, el especialista, como también el lector curioso ávido de mayor detalle.

En la segunda parte, que da cuerpo a este tomo, se analizan las transformaciones operadas en Benicarló desde los inicios del liberalismo político a comienzos del segundo tercio del siglo XIX hasta el momento en el que se fijaron las bases conducentes hacia la ciudad contemporánea, a finales del segundo tercio del siglo XX.
La evolución del plano urbano, la instalación de infraestructuras, la dotación y variación del equipamiento y de los servicios propios de un núcleo urbano, las comunicaciones interurbanas, centran el estudio. Proceso tan complejo permite captar y mostrar el talante social de Benicarló en sus distintos niveles.

Benicarló es una población con una dilatada trayectoria histórica, cuyas raíces se hunden en la Edad Media. Una modesta alquería en origen, fue durante quinientos años pieza importante del Maestrazgo como cabeza de una de las encomiendas de la Orden de Caballería de Santa María de Montesa. A su ribera marítima se acercaron durante siglos barcos de la más variada procedencia para cargar un vino de calidad, un vino, se diría, con denominación de origen, el carlón, de amplia demanda internacional. Al día de hoy, apenas nada conserva Benicarló de aquella alquería, ni de Montesa, ni del carlón. En otras muchas cuestiones, ni tan sólo el recuerdo.
En este contexto, el autor ha buscado establecer, territorializando el tiempo, las transformaciones habidas en un Benicarló de traza preindustrial hasta la ciudad contemporánea. Para lograrlo ha sido preciso efectuar una atenta aproximación al pasado local anterior a la Edad Contemporánea en cada una de las áreas de estudio con el fin de asentar sobre bases fiables el complejo proceso de cambio operado. El trabajo se ha estructurado en dos partes o bloques temáticos a su vez complementados con un conjunto de apéndices monográficos, de lo que resultan los tres tomos que componen el libro.

Una primera parte, contenida en este tomo, está dedicada a perfilar el estado de los recursos básicos que históricamente —en especial en la etapa liberal— se hallaron disponibles para llevar a efecto las transformaciones objeto de estudio. El establecimiento y permanencia de un núcleo urbano precisa, necesariamente, un territorio, un territorio en el que asentarse y del que obtener recursos para subsistir, del que conviene conocer sus características físicas y sus límites administrativos.
Requiere asimismo una población que le dé vida, una población sometida a los vaivenes propios de la demografía tradicional hasta su transición a la demografía contemporánea. También unas bases económicas que permitan la estancia de las gentes en el lugar —en principio, en la larga etapa preindustrial, unas bases estrechamente vinculadas al territorio—. Y, por último, un organismo que gestione los asuntos propios de la colectividad, en teoría de interés común —sea el consell local, el ayuntamiento de nueva planta o el ayuntamiento liberal—. Estos recursos, estos soportes, fueron sin duda influyentes factores, impulsores o retardatarios según momentos y circunstancias, de los procesos en curso.