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ISBN:

978-84-96614-91-8

Autopsia de una langosta

Editorial: Melusina   Fecha de publicación:    Páginas: 158
Formato: Rústica, 21 x 14 cm.
Precio: 14,90
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Una tarde de explosión de rabia contenida, escribió en su diario: «He sobrevivido con elegancia a Videla, a la decepción de Cuba y Mao Tse Tung, a la cocaína, a un aborto ilegal con anestesia total en condiciones insalubres, a una cesárea, dos tornados, un incendio, un accidente de moto, un divorcio, dos depresiones, un principio de brote esquizofrénico, al amor manipulador y al romántico, a un hijo rebelde y una madre furiosa. Como diría la gran Manuela Trasobares: “¡¿De qué me tengo que disfrazar?! ¡¿De qué?!”».
Autopsia: Del gr. aút??ía, acción de ver por los propios ojos

«Las langostas serían perfectas: sigilosos habitantes nocturnos de los fondos más turbios del océano que se alimentan de desechos de otros animales. Y este no es el único lugar común con las perras de mi jauría: tienen un caparazón durísimo que cambian varias veces a lo largo de su vida, para luego comérselo y reponer así la debilidad provocada por la muda. Es considerada un manjar exquisito y de poderes afrodisíacos, pero difícil de matar y potencialmente mortal para personas alérgicas a sus deliciosas carnes, por lo que sólo es apta para paladares experimentados y alejados de prejuicios. Además, es rosa, como nuestra deseada limusina.»
«Helena Torres Sbarbati se crió en el Cono Sur, donde aprendió a jinetear, disparar y campear. Desde esas orillas saltó el charco grande, donde se enriquece ejerciendo de domadora de adolescentes, disertadora, escaladora y malabarista de la precariedad. Padece obsesión por los fluidos e hipersensibilidad a las ataduras mononucleares. Vive en un palacio en Collserola, Barcelona, desde donde intenta poner orden entre sus personalidades múltiples. Decidió publicar esta su primera novela después de que un pino de grandes dimensiones cayera sobre el tejado de su habitación mientras dormía. No pudo soportar la evidencia de que moriría sin intoxicar a nadie con el hedor de sus vísceras.»



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