Cuando se cumplen 25 años de la muerte de Juan Benet, escritor a quien Jordi Llovet sitúa -junto a Cervantes, San Juan de la Cruz, el padre Feijoo y Cernuda- entre los cinco más importantes autores españoles de todos los tiempos, y en un escenario en que el estilo y la ambición literaria que Benet representaba han sido sustituidos por el ruido, la furia y la banalidad, Rafael García Maldonado rinde un homenaje al escritor madrileño con una obra muy personal, un ensayo biográfico a favor de la exigencia estilística y la profundidad de pensamiento. Un recorrido por la vida personal, profesional y literaria de uno de los autores más influyentes y prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX, y, a su vez, una dura crítica a la ficción actual. Benet. La ambición y el estilo es un emotivo homenaje personal y un firme alegato en defensa de la alta literatura.

Gregorio Adames es un experto en Malacología -ciencia que estudia los moluscos- que acaba de llegar a Marsella, invitado por el profesor Fournier, con el fin de que ejerza como su ayudante de prácticas de Oceanografía en la facultad de Ciencias Biológicas. Envuelto en el misterio, Adames recibe, cada veinte días exactos, la carta de un viejo amigo. Allí traba amistad con un joven comunista francés, Antoine Dupont. En su relación cada vez más profunda con Adames, Dupont habrá de poner orden en un complicado puzle de historias paralelas que intuye que en algún momento hubieron de cruzarse: un cónsul general alemán en la Costa del Mar con un pasado oculto que le persigue; elegante y mujeriego, que se desliza con soltura entre las fétidas aguas del tardofranquismo más corrupto junto con un ministro en horas bajas y otros prebostes del Régimen; un joven de Nerja que se vio abocado a participar en una guerra que no comprendía y que detestaba, sólo para vengar a su padre, y donde encontró una amistad que, sin él saberlo, le marcaría para siempre; y un médico maduro, obseso del estudio y del trabajo, que se enfrenta cada día a un nuevo reto científico y ahora tendrá que encarar, de repente, una temprana y extraña muerte en medio de un irrespirable clima social.