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Jalid ben Idris recibió el honor de dirigir la biblioteca más importante de su tiempo por parte del sabio califa al-Hakam II. Bajo su dirección, la Gran Biblioteca de Córdoba llegó a poseer casi doscientos mil libros y se convirtió en un faro de la cultura que atraía a sabios e intelectuales de todo el mundo conocido, tanto de Occidente como de Oriente.
Sin embargo, todo cambió cuando el poder califal cayó en manos de Almanzor. En una triste y lamentable noche, los libros de la biblioteca fueron quemados en una enorme pira en la plaza. Los responsables de la Gran Biblioteca fueron perseguidos y condenados, obligando a Jalid ben Idris a huir para salvar su vida.
Después del éxito de La cautiva de la Alhambra, Antonio Torremocha nos descubre en El bibliotecario de Medina Azahara la fascinante vida de un hombre que dedicó su vida a proteger y preservar el conocimiento en un mundo en constante cambio.
Jalid ben Idris recibió el honor de dirigir la biblioteca más importante de su tiempo por parte del sabio califa al-Hakam II. Bajo su dirección, la Gran Biblioteca de Córdoba llegó a poseer casi doscientos mil libros y se convirtió en un faro de la cultura que atraía a sabios e intelectuales de todo el mundo conocido, tanto de Occidente como de Oriente.
Sin embargo, todo cambió cuando el poder califal cayó en manos de Almanzor. En una triste y lamentable noche, los libros de la biblioteca fueron quemados en una enorme pira en la plaza. Los responsables de la Gran Biblioteca fueron perseguidos y condenados, obligando a Jalid ben Idris a huir para salvar su vida.
Después del éxito de “La cautiva de la Alhambra”,
Antonio Torremocha nos descubre en “El bibliotecario de Medina Azahara” la fascinante vida de un hombre que dedicó su vida a proteger y preservar el conocimiento en un mundo en constante cambio.
Una familia de molineros que habita en la sierra de Córdoba es asaltada y cautivada por guerreros norteafricanos que están al servicio del sultán de Granada aprovechando el derrocamiento del emir Muhammad V. El hijo del molinero, Fadrique, que profesa en el monasterio franciscano de Santo Toribio de Liébana, recibe la terrible noticia y solicita su secularización para poder retornar a Andalucía y buscar la manera de sacar a sus progenitores y a su joven hermana Almodis del cautiverio. Logra cruzar el Estrecho como fraile mercedario y dirigirse a Tetuán, donde unos alfaqueques le han asegurado que han sido vendidos sus padres como esclavos. Pero, cuando accede, acompañado de otro fraile mercedario, a Tetuán, recibe la desalentadora noticia de que sus progenitores han muerto víctimas de la peste. Entonces retorna a Córdoba y decide emprender la búsqueda de su hermana que, sabe, fue regalada al nuevo sultán Ismail II.
Este estudio es una monografía de autoría múltiple, que analiza –para un tiempo largo– en los reinos de Castilla, Portugal, América y Aragón, las relaciones familiares, especialmente las matrimoniales, afectos, sentimientos, pasiones, pero sobre todo, hostilidades. En una sociedad sacralizada, en la que el matrimonio y la familia tiene unos perfiles marcados por el discurso de la Iglesia postridentina, buscamos conocer aquellos casos que se apartan del modelo. Familias en las que sobre el parentesco y la sangre se impone el enfrentamiento, y saliendo del marco familiar, y actuando en contra de lo que decía tanto la norma como el refrán (“entre padres, hijos y hermanos, nadie meta las manos”) tuvieron que encontrar solución a sus conflictos en los tribunales reales o eclesiásticos.
Este libro recoge la historia de dos instituciones vallisoletanas de Antiguo Régimen, de las que se ha perdido la memoria. Quizás por la infamia que caracterizó a las mujeres que las habitaron, pues habían ejercido anteriormente la prostitución. De la mancebía y del barranco, salían las mozas, de la mano de los cofrades del Amor de Dios, para ser encerradas en la Casa de Recogidas, cercana a la Iglesia de San Nicolás, fundada hacia 1580 y de la que Magdalena de San Jerónimo fue principal impulsora a principios del siglo siguiente. Allí unas permanecían temporalmente, en las fechas religiosas en las que su trabajo resultaba más escandaloso. Otras, se quedaban e iniciaban un camino de redención, aunque no de recuperación de la honra. Encerradas, gobernadas, mantenidas y alimentadas, regidas por una pequeña comunidad de religiosas dominicas, pasaban un tiempo de ?recuperación? hasta, que como las mujeres ?honradas?, y gracias a la beneficencia y caridad de particulares, y al patronato del ayuntamiento y del convento de San Pablo, podían plantearse tomar estado.Si decidían profesar, pues el matrimonio no era para ellas una solución sencilla, otra red de beneficencia puso las bases para que todas ellas lo consiguieran, sin los problemas económicos que generaba la necesidad de una dote. Lo hacían en el convento de San Felipe de la Penitencia, situado como dicen los documentos al final de la calle Teresa Gil, actual plaza de España, que funcionó desde 1541. La noble Magdalena de Ulloa puso posteriormente las bases para que así fuera. Pero, en el día a día, fue también una comunidad de dominicas la que rigió este peculiar convento, de monjas profesas de la misma orden, con la peculiaridad de la mancha del pasado de sus moradoras, a las que no se duda en calificar de ?súbditas?.Tanto la casa de Recogidas, como el convento de San Felipe de la Penitencia ?a cuya historia se dedica este trabajo- tuvieron una larga vida. Mientras que la primera no desaparecería hasta 1834, el segundo siguió abierto hasta 1940, si bien desde 1859 sus moradoras ya no eran mujeres ?erradas?. Sin duda, el siglo XIX centró su interés en otras obras de beneficencia, y atendió a la mujer delincuente y no a la pecadora.
Don Alonso Pérez de Guzmán es sobradamente conocido por el hecho que protagonizó en defensa de Tarifa asediada por los musulmanes y que le valió el título de “Bueno” otorgado por el rey Sancho IV. Sin embargo, antes de que aconteciera el luctuoso suceso que acabó con la muerte de su hijo primogénito, Guzmán el Bueno estuvo durante quince años al servicio de los sultanes de Fez, luchando contras las tribus desafectas y ganando fama y riquezas. En esta novela se describen las sorprendentes aventuras del caballero leonés por tierras de África y la parte de su vida que transcurrió al servicio de los reyes de Castilla hasta su muerte en la serranía de Ronda en el mes de septiembre de 1309
1ª edición.