www.paquebote.com > ANDRES TORRES QUEIRUGA
El propósito de la presente obra es contribuir a la tarea común de seguir trabajando por una Iglesia y un cristianismo que se acerquen a su misión de anunciar al Deus humanissimus, cuyo único empeño es el bien de la humanidad, y, al mismo tiempo, introducir algo de claridad y acaso de serena esperanza en tiempos difíciles. Andrés Torres Queiruga analiza la génesis histórica del Concilio y la mutación que este supuso, ya que, según el autor, solo desde el núcleo de dichos cambios cabe reorientar la tarea fundamental de la Iglesia.
«Recordando un Concilio que tenía como meta decisiva el aggiornamento de la fe y la vida en la Iglesia, es obvio que aquí está abierto un frente sumamente decisivo, que, si no encuentra una justa solución, no solo se expone a una hermenéutica injusta con la mitad de las personas creyentes, sino que además es incomprensible para sus destinatarios en la cultura actual. [...] Puede jugarse entonces la misma credibilidad de la Iglesia, si se la percibe como ideológicamente prisionera de la propia historia, aun a costa de resistirse a las llamadas del presente y mostrarse infiel a sus propios orígenes.»
La Modernidad afirma la autonomía del mundo. Pero amigos y enemigos siguen operando con el prejuicio mitológico de un intervencionismo divino: si Dios quisiera, no habría mal y el mundo sería perfecto. El dilema de Epicuro, asimilable en una cultura de fe ambiental, se convierte en dificultad insuperable en la nueva «era crítica», y Kant —preso él mismo del prejuicio— proclama el fracaso de la teodicea. Fracaso para los creyentes, pues resulta increíble un dios que pudiendo no quiere o que queriendo no puede. Fracaso para el ateísmo moderno que se apoya en el mal, pues atribuyéndolo a Dios niega la autonomía del mundo.
Pero el fracaso kantiano afecta sólo a la teodicea pre-crítica en un mundo secular. El propósito del presente libro es «repensar el mal» tomando con toda consecuencia la secularidad. Partiendo del mundo, como si Dios no existiese, obliga a empezar desde abajo, respetando la autonomía de su funcionamiento. Entonces el problema —por primera vez en su historia— se estructura en tres pasos distintos. La ponerología muestra que la finitud, constitutivamente carencial y contradictoria, hace inevitable la aparición del mal. La pisteodicea, desde este resultado, señala que toda visión del mal es una respuesta, una «fe» que debe justificarse: sea náusea sartriana o esperanza religiosa. La teodicea es entonces la «pisteodicea» cristiana, que ahora puede romper el dilema, lograr la coherencia y presentar a Dios como el Anti-mal.
Nace así una visión que distingue entre una «vía corta» (el fondo verdadero de la visión antigua, apoyada en la confianza) y una «vía larga» (con los tres pasos) de la teodicea; insiste en la «lógica del a-pesar-de» frente a cualquier finalismo del mal; responde a la dificultad del «demasiado mal» o posibilidad de salvación escatológica, y, finalmente, actualiza la comprensión de temas tan vivos como el pecado original, la providencia, el milagro, la oración de petición, el holocausto y el infierno.
A intención deste libro é enfrontar o problema do mal en coherencia crítica coa cultura secular actual. Desenmascarar o malentendido no que incorren tanto os intentos filosóficos coma os teolóxicos ao manteren os antigos presupostos dun intervencionismo divino (ou demoníaco). Insistindo en que todo o mal nace do funcionamento autónomo do mundo e da liberdade, afirma a inevitabilidade do mal (poneroloxía). Con instrumental crítico anovado, Torres Queiruga rompe o universo mítico de paraísos e demos e presenta así un Deus só pensable como Anti-mal.
La revelación interpretada como «manía» y posesión o como «dictado» divino ha terminado su ciclo. La crítica bíblica desmontó el literalismo. La autonomía del mundo impide verla como intervencionismo milagroso; y la del sujeto, como imposición extrínseca y autoritaria. El sentido histórico deslegitima todo particularismo etnocéntrico. Tales son las cuestiones que afronta este libro, desde un principio radical: Dios, creando por amor, quiere revelarse plenamente a todos, desde siempre y en todas partes. Las limitaciones, oscuridades y aun horrores del proceso nacen de la limitación o la resistencia creatural; jamás de un «silencio» u «ocultamiento» por parte de Dios. Al contrario, la revelación avanza gracias a su «lucha amorosa» para vencer las resistencias y comunicar su salvación.
Desde ahí esta obra estudia tanto el surgir originario como la transmisión histórica. La revelación no es un dictado milagroso, sino un «caer en la cuenta» de la Presencia fundante y siempre activa: «Dios estaba aquí, y yo no lo sabía». Lo descubre uno —profeta o fundador—, pero Dios está queriendo manifestarse a todos con idéntico amor. Por eso el anuncio ejerce de «mayéutica histórica»: el creyente crítico es despertado por el profeta, pero no cree porque lo dice el profeta, sino porque él o ella se reconocen en lo dicho: «ahora ya lo hemos escuchado nosotros» (samaritanos); «la Biblia y el corazón dicen lo mismo» (Franz Rosenzweig).
Esto vale para el individuo y vale para toda religión. El diálogo de las religiones se sitúa así en un espacio común, postulando nuevas categorías —pluralismo asimétrico, teocentrismo jesuánico, inreligionación— y propiciando un nuevo espíritu de acogida, respeto y colaboración. La obra se cierra analizando el significado de la revelación como Escritura y la ulterior formalización en el dogma y la teología.
Del Terror de Isaac al Abbá de Jesús
Este libro prosigue la tarea de ir reconstruyendo una nueva imagen de Dios. Una imagen que, mas acá de la tremenda crisis religiosa introducida por la modernidad, "hable" de verdad a la sensibilidad actual. El problema de la revelación en la Biblia y la interpretación del dogma, la centralidad del amor y su conexión con el misterio del mal y la pobreza, el diálogo con las otras religiones y la relación con la cultura completan el intento de esta revisión.
El problema de Dios en la modernidad
El problema de Dios, representa una instancia permanente en la cultura humana, pero cobra perfiles propios a su paso por cada época. La modernidad ha supuesto una crisis radical. Tanto que, con demasiada frecuencia, ah dado origen a luna lucha sin cuartel: el ateo parece feliz cuando cree haber rebatido al creyente, y éste se muestra satisfecho cuando cree haber vencido al ateo.
Sondeos hacia un nuevo paradigma