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Título completo: "ARLEQUÍN PULIDO POR EL AMOR - LA ISLA DE LOS ESCLAVOS - JUEGOS DE AMOR Y FORTUNA - LA ESCUELA DE LAS MADRES - LAS FALSAS CONFIDENCIAS "
Introducción y traducción de Francisco Lafarga Maduell.
La traducción que se propone en este volumen intenta dar al lector no especializado una visión de la variedad del teatro de Marivaux. Se han escogido cinco obras representativas de distintos momentos y tendencias dentro de la dramaturgia del autor, disponiéndolas por el orden de su estreno.
Arlequín pulido por el amor, uno de los primeros grandes éxitos de Marivaux en la Comédie-Italienne (1720), presenta, en un marco de cuento de hadas, una especie de educación sentimental del protagonista que da nombre a la pieza.
El joven Arlequín se halla en el centro de una situación que, no por fantástica, deja de ser algo escabrosa: un mozo guapo y bien formado, raptado por el Hada, cuya edad desconocemos, aunque es lícito imaginarla mucho mayor que Arlequín, perdidamente enamorada de él y que intenta en vano suscitar en el joven el mismo sentimiento, con el propósito final, eso sí, de casarse con él. A pesar de todo su poder, de sus sortilegios — incluidos anillo y varita mágicos —, el Hada será vencida por una simple zagala, que hace nacer el amor en Arlequín, el cual se transforma gracias a él en un personaje risueño e ingenioso, frente a la tosquedad y zafiedad que lo habían caracterizado en la primera parte de la comedia.
Se trata, en definitiva, de una pieza menor, breve, que combina elementos de la comedia italiana con otros procedentes de los cuentos de hadas, tan de moda a principios del siglo XVIII en Francia.
Por su parte, La isla de los esclavos es un claro ejemplo del teatro social o «filosófico» de Marivaux que representa un apartado de la producción marivaudiana especialmente valorado por la crítica y dramaturgia actual. Estrenada en marzo de 1725 en la Comédie-Italienne con gran éxito, es la primera parte de una trilogía que comprende, además, La isla de la razón o Los hombrecitos y La colonia, piezas representadas en la Comédie-Française con escasa repercusión. En los tres casos, la acción transcurre en una isla, lugar mítico por excelencia. En la isla de la razón, los personajes no razonables, los que se resisten a entrar en razón, corrigiendo sus defectos y arrepintiéndose de los abusos y desmanes cometidos, cambian de tamaño y se convierten en enanos. En la colonia de recién llegados a la isla, las mujeres se rebelan y reclaman sus derechos a la igualdad y aun a la superioridad en relación a los hombres; el ataque de un grupo de salvajes pondrá de nuevo las cosas en su lugar: los hombres empuñarán las armas y las mujeres volverán a cuidarse del hogar.
Juegos de amor y fortuna ha gozado de gran éxito desde la fecha de su estreno en la Comédie-Italienne en 1730. La Comédie-Française incluyó la obra en su repertorio a finales del siglo XVIII y desde entonces ha sido — junto con Las falsas confidencias — la pieza más representada de Marivaux.
La situación, respecto de las dos comedias anteriores, cambia totalmente. Después del decorado, fantástico y bucólico al mismo tiempo, de Arlequín pulido por el amor, y del marco utópico de La isla de los esclavos, nos encontramos con unos decorados contemporáneos — la acción transcurre en el interior de una casa burguesa de París — y con personajes y costumbres plenamente de la época.
Hay en esta comedia, como en la anterior, intercambio de papeles entre los señores y sus criados, aunque aquí el intercambio es voluntario y urdido para que los prometidos puedan conocerse mejor sin saberlo. A pesar de que el porte y el lenguaje traicionan de vez en cuando a los personajes, la ficción puede llevarse casi hasta el final, hasta el momento en que el amor parece imponerse a las convenciones sociales: el señor Dorante se enamora de la falsa sirvienta Silvia y está dispuesto a enfrentarse con su padre y quedarse sin la dote de su prometida por casarse con ella. Pero estamos en una comedia: el desenlace sitúa a cada cual en su lugar, los señores con los señores y los criados con los criados. Y hasta el pobre Arlequín, que pensaba hacer una gran boda, se contenta con la criada Liseta, que «vale más que su dote».
La escuela de las madres, de 1732, una pieza de tono menor, pero que ha gozado de mucha aceptación entre el público, en la que Marivaux combinó elementos de la comedia moralizante propia de su época con el disfraz y el enredo más tópicos de la comedia del siglo XVII.
El resultado es una pieza breve, de gran movimiento, basada en la resistencia de la falsa ingenua Angélica a un matrimonio que no desea, impuesto por una madre tiránica, y sus tejemanejes — auxiliada por los criados, como siempre — para reunirse con su amado. Al final, la madre debe aceptar a regañadientes la lección que le dan entre todos. Máscaras, disfraces, penumbras y equívocos salpican esta divertida comedia que, una vez más, insiste en el viejo conflicto del casamiento forzado y desigual, desbaratado por la astucia.
Finalmente, Las falsas confidencias, estrenada en la Comédie-Italienne en marzo de 1737. Se trata de una de las comedias más célebres de Marivaux, y con razón, tanto por la complejidad de los personajes como por el argumento, el tono y los diálogos. Aun cuando se ha relacionado su trama con la de El perro del hortelano de Lope de Vega, es improbable que haya relación directa entre ambas, puesto que ni Marivaux sabía español ni la comedia de Lope estaba traducida al francés en su época.
Si bien el tema es viejo, a saber, el tira y afloja entre madre e hija acerca del casamiento de esta, hay en la comedia una diferencia fundamental respecto de las anteriores: la hija, Araminta, ya no es una jovencita más o menos ingenua como Silvia o Angélica, todavía bajo la tutela paterna, sino una mujer independiente, viuda y rica, que no necesita de ningún enredo ni subterfugio para oponerse al matrimonio que ha dispuesto su autoritaria madre. Todo ello sazonado con distintos equívocos, creados o favorecidos por los criados.