Después de una infeliz vida sentimental, Consuelo no podía imaginar que conocería laverdadera felicidad en la última etapa de sus días.

Akira y Rafael, cuando se conocieron, sabían que sus cuerpos no habían tenido contacto antes. Sin embargo, ambos sentían una fuerza energética que los empujaba hacia el otro como si se conocieran de toda la vida. Sus almas se estaban manifestando en esa conexión divina.

Patricia Sarmiento, bajo el influjo de la confusión, la duda y los celos que le producía la indiferencia de su marido, decidió un día buscar ayuda, confesando su situación sentimental sin imaginar que ese acto desencadenaría una serie de decisiones erróneas que llevarían al caos y la destrucción de su familia.